Rivera, lunes 20 de mayo de 2024

Políticas culturales de frontera

Continuando con la intención y en tensión de aportar desde el texto realizado hace años atrás en Rivera-Livramento (Riveramento), en el local del Centro Universitario de Rivera en agosto 2008 y hacia el II Congreso del Pueblo del 6 de setiembre de ese año en Montevideo, fui elegido para la redacción final por el Grupo de Trabajo de Rivera. Consciente de la actualidad de los subsidios presentados, transcribo el texto que sigue, y que fuera el resultado de debates y diálogos entre diferentes actores sociales y culturales de instituciones y organizaciones sociales y políticas. Este texto será incluido como un antecedente más, a ser tenido en cuenta en la jornada de programa del III Congreso del Pueblo este domingo 9 de setiembre en el Teatro El Galpón de Montevideo.
“El campo de la “cultura” (en su sentido antropológico) involucra diversas dimensiones del ser humano y del ciudadano. Se hace, entonces, necesario que el estado y la sociedad civil de nuestro país y nuestra región participen en la formulación e implementación de políticas culturales transformadoras e inclusivas. La articulación con las políticas sociales y de desarrollo, habrán de potenciar, la cultura, la educación y el arte popular y comunitario.
Como quedó expresado en la Declaración de México en la Conferencia Mundial sobre Políticas Culturales (agosto de 1982): “ella engloba, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias” entre otros numerosos elementos.” (…) “…la cultura da al hombre la capacidad de reflexionar sobre sí mismo. Es ella la que hace de nosotros seres específicamente humanos, racionales, críticos y éticamente comprometidos. A través de ella discernimos los valores y elegimos opciones. A través de ella el hombre se expresa, toma conciencia de sí mismo, se reconoce como un proyecto inacabado, pone en cuestión sus propias realizaciones, busca incansablemente nuevas significaciones”, y crea obras que reflejan la contingencia humana (materialismo) o que lo trascienden (idealismo).
La cultura y sus frutos no pueden “ser privilegio de élites ni en cuanto a su producción ni en cuanto a sus beneficios”. (Ibidem)
Las inexistentes o ineficientes políticas públicas de la cultura se traducen en una visión de la cultura como patrimonio de las “bellas artes” o cultura para las élites, cuando deberían estar al servicio de todos y ser promovido por todos (todos hacen cultura, todos participan de una cultura), parece inevitable la alianza entre patrimonio-matrimonio cultural, turismo y generación de desarrollo económico y social.
En el caso específico de Uruguay, se ganaría mucho si se estableciera una política de Estado, de largo plazo expresada en la Constitución, por una parte, acercando la educación a la cultura, y por la otra, asegurando que los recursos dedicados a ello no dependan de los vaivenes de la política económica del gobierno de turno puesto que no se trata de decisiones que afectan sólo el presente, sino que podrían ser reclamadas por generaciones posteriores, sin mencionar que la política cultural de una nación no debería rendirse ante el predominio de la barbarie global y mercantilista de nuestra época.
Algunos posibles ejes para una posible política cultural de Rivera y de la frontera:
1) Recuperación y desarrollo de la palabra y de la comunicación, es decir de los valores de los lenguajes y las artes (en sentido antropológico). Revitalizando nuestras lenguas (español, portugués, portuñol, fronterizo o DPU). Desarrollando las artes y artesanías, las diversas formas de lo cultural y lo espectacular, desde los barrios y desde las ONGs con vocación socio-cultural.)
2) Recuperación y desarrollo de la memoria, es decir, el desarrollo de la historia y ampliación de la conciencia histórica de cada grupo, de cada barrio, lo que implica ampliar la visión del quehacer histórico, el reconocimiento del pasado y su uso para la comprensión del presente y estar, así, en mejores condiciones de desarrollar los proyectos sociales del presente y proyectarlos al futuro. En la recuperación de esta memoria los medios de comunicación deben atender a su responsabilidad social y cultural. Es aquí donde se ubican las parte de las tareas de recuperación del patrimonio cultural histórico, arqueológico, etnográfico y etnológico, documentos arquitectónico y artístico (también hay un deseo de recuperar la rica historia de la producción teatral de la frontera).
3) Recuperación y desarrollo del conocimiento como valoración y preservación sistemática de los saberes tradicionales de los grupos populares, referidos a las relaciones del hombre y el grupo con la naturaleza y su biodiversidad, su flora, fauna, recursos naturales, modos de producción, tecnologías, alimentación, plantas medicinales, medicina tradicional, arquitectura tradicional, equilibrio ecológico, etc. Así como las relaciones de los hombres entre sí. Su difusión en el campo educativo y a través de los medios de comunicación es una de las principales tareas.
4) Recuperación y desarrollo de los espacios naturales, (patrimonio-matrimonio ambiental) como bosques, campos, reservas de agua, fauna y flora autóctona etc. (el caso del Valle del Lunarejo es emblemático). También espacios verdes en las ciudades (plazas, parques).
5) Recuperación y desarrollo de los espacios sociales, lo que implica revalorar las formas de organización social y de vida democrática y el desarrollo de nuevos espacios y formas de participación y organización. (Desde el fútbol al carnaval, toques de rock o generación de más centros culturales barriales).
6) Recuperación de la identidad o de las identidades, como síntesis y efecto de las anteriores recuperaciones, lo que debe articularse a proyectos educativos, de acción cultural y de comunicación, así como para la reflexión y diseño de proyectos propios sobre problemas del presente entramados con las aspiraciones para el futuro.
En este espejo social que es el Patrimonio-matrimonio cultural, debemos reflejarnos, sin exclusiones, incluyendo a los poderes públicos quienes tienen la obligación de promover la participación de los ciudadanos, a través de políticas culturales planificadas, coordinadas, creativas y transformadoras.
Y entender que cultura no es gasto, es inversión, y que se hace necesario recuperar y desarrollar el gran patrimonio cultural de la frontera: nuestra diversidad.
7) Desarrollar el Teatro Barrial.
8) Recuperar y revalorizar la historia que construyo la gente de Rivera.
9) Recuperar nuestra cultura múltiple.
Dar a conocer la diversidad cultural. Visibilizar los colectivos, comunidades de la diversidad social, sexual y de minorías: étnicas, feministas, antirracistas, antiglobalización y activismo ecológico (principalmente ligado al Acuífero Guaraní)
10) Apoderarse de los espacios que representan la vida del departamento de Rivera y de la Frontera.
11) Incluir el tema del patrimonio-matrimonio cultural de nuestra región (y sus manifestaciones) en una verdadera transformación educativa.
12) Rescatar la figura del gaucho, las jinetadas, las danzas, el folklore, el teatro criollo, la gastronomía, actividades patrimoniales rurales, artesanías, etc., como manifestaciones del patrimonio-matrimonio histórico de la región y del país”.

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