Mentira la verdad

Toda la epistemología (teoría del conocimiento) que se basa en la ciencia, como modo de pensar y relacionarse con la naturaleza, es una respuesta histórica condicionada, porque, lógicamente, toda la ciencia está sujeta a la Historia.
La ciencia es un producto de la Historia, no lo contrario, por eso no se debería tomar las cosas de la lógica, por la lógica de las cosas. Una confusión, muy común, donde se da un duelo de sistemas simbólicos de explicación, de los fenómenos naturales en el entendido de una presunta búsqueda de la verdad.
Pero la verdad no se la “encuentra”. Hay algo de pensamiento mágico en ese procedimiento. La verdad, en realidad, es un “consenso” logrado o impuesto, desde el convencimiento histórico. Los fenómenos en su crudeza son absolutamente más complejos que cualquier explicación, aún las que se presenten con el sello de la academia científica.
Entonces la ciencia actual, no es nada más que un sistema de alta previsibilidad de los procesos y fenómenos naturales, pero que jamás puede ser tomado como “la verdad”, porque la verdad es mera ilusión.
La verdad, es un concepto construido, a través, de un acuerdo de “certezas”; donde confluyen: academia, personalidades, grupos de presión, religiones, política, naciones, culturas, tradición, cánones (que fueron acopiando conocimiento, de lo que es “cierto y comprobable” y de lo que es “falso e improbable”), atravesando y siendo atravesados, por la historia de las civilizaciones.
Entonces, para este momento histórico, habrá una explicación suficiente, suficientemente probada, ergo: habrá verdades (hasta que se proceda a dudar de una de ellas y se trabuque en un método de prueba, que se iniciará desde una hipótesis y concluirá en una comprobación o falsedad de la hipótesis inicial, la que podrá tirar por tierra, la certeza (o verdad) antes inamovible.