Artepensamiento (1ª parte)
“Las palabras más silenciosas son las que traen la tempestad. El mundo está gobernado por pensamientos que caminan con pies de paloma”. “Zaratustra” – Nietzsche
El Arte no es aclaración, ni mucho menos, declaración (según el diccionario etimológico de Joan Corominas “Arte” se origina del latín “Ars”, “Artis” = “habilidad, profesión, arte”). Entonces, tiendo a pensar que también el Arte puede ser otra cosa, tal vez algo así como un lugar de preservación del enigma, del misterio, y al mismo tiempo des-cubrimiento de lo que no puede ser develado y revelado totalmente y situado, de esta forma, bajo el registro del cuestionamiento o del asombro. Desde la Filosofía del Arte o desde la Estética, se ha escrito mucho sobre la obra de arte 1) como algo hecho o como el producto de un hacer, 2) como un proceso de simbolización, y 3) como el término de una actividad expresiva (Ferrater Mora)*. Yo propongo transitar juntos algunas de sus confluencias, más que “fronterizar” las diferencias. Pensamientos nómadas, vagabundos, vagamundos, deberían orientarnos.
Juan Rulfo (escritor mexicano) decía que lo que interesaba en un escritor es saber contar, otros dicen que el escritor debe conocer, generar teoría, y abusan de las explicaciones y de las razones o fundamentos de la actividad creadora o “poiesis” (“creación” según los griegos). Ni mucho ni demasiado. Ni tanto ni tan poco. Tiendo a pensar que el arte contemporáneo en tanto que verdaderamente contemporáneo debe crear, investigar e instigar (que el arte no va atrás de respuestas sino de preguntas), en lo desconocido, en el horizonte lejano, en el mito, en lo que no tiene fondo y entonces asombra, en el grito (como interrogación con énfasis) en medio del desierto banal, bárbaro, globalizante y “pismoderno”.
La consigna de la 4ª bienal del MERCOSUR, años atrás, definía su travesía en Porto Alegre con un ícono: dos signos de interrogación unidos por un punto común. En la era posmoderna plena de incertidumbres, fragmentación y barbarie (los griegos llamaban de bárbaros a la “gente que balbucea” a los extranjeros, a quienes no hablaban como los “ciudadanos” griegos, a los “otros”, a los de “afuera”), la escritura posmoderna o pismoderna, pareciera también resultar de un arte caído de la academia, reciclado desde el objeto cotidiano o desde la “basura” (las vanguardias nos enseñan con el sello de lo atrevido a osar: la “Fuente” de Marcel Duchamp, las “Marylins” de Andy Warhol, “El Séptimo Sello” de Ingmar Bergman, el punk de los 70, los graffitis de la revuelta del mayo francés, o los poemas performáticos de los dadás con Tzara a la cabeza, a Becket en “Esperando a Godot”, o al visionario “Zaratustra” de Niesztche, entre tantos que apuntaron nuevos caminos del artepensamiento).
Irma Severo, una artista plástica santanense, fue una de las primeras en utilizar, acá en la frontera material de desecho, tomados “do lixo” e integrados a sus propuestas plásticas en sus “instalaciones”. En un evento muticultural hace algunos años atrás, tuvo la virtud de sacudir la mentalidad fenicia fronteriza (deshabitando: salas, exposiciones (también de vanidades), vernisages y desfiles de moda), supliendo con lo que denominamos “zoo cultural”, ambicioso evento diverso y cultural, montado en las plazas públicas de la pacata Riveramento. (Continuará)