Rivera, lunes 30 de diciembre de 2024

Cartografías de frontera (3ª parte): Teatro y educación en espacios de encierro

“Cuantos caminos debe un hombre recorrer / antes de que lo llamen un hombre” – Bob Dylan

Fronteras conflagradas. El trabajo de talleres de arte-educación en teatro, talleres expresivos inclusivos en espacios de encierro no son nada nuevos: (En los) “hospitales reservados a locos, quizá en Fez, desde el S VII, quizás también en Bagadad a fines del S XII, ciertamente en el Cairo, durante el siglo siguiente, se practica allí una especie de cura de almas en las que intervienen la música, la danza, los espectáculos y la audición de relatos maravillosos (…).
En nuestra contemporaneidad, por entre el pensamiento y la praxis de la educación y del “arte escénico en espacios no convencionales” y a pesar del encierro en la cual nos hemos sido sometidos por el COVID-19, las estrategias audiovisuales implementadas han resultado positivas.
Sabemos que la violencia simbólica es constituyente de la sociedad y de la socialización, y por ende, de la educación, porque es propio de la humanidad y del proceso civilizatorio. Freud *(1) entre otros pensadores han enfocado el tema. En las diferentes culturas entran en juego actos de agresión y violencia que cuentan con la validación social:
“El niño debe aprender a dominar sus instintos, es imposible dejarle en libertad de seguir sin restricción alguna sus impulsos (…) Así pues la educación tiene forzosamente que inhibir, prohibir, sojuzgar”. *(2).
Siempre hay una causa en la agresión o violencia, aun en la patológica. Las psicoanalistas María López y Ana Ma. Fernández sostienen que: “Hoy nos formamos violentos pero nos dejamos solos en el acto de la violencia. La falta de modelos identificatorios, facilitados por las marcas globalizadoras, por la masificación, generan diferentes maneras de enajenación. Nos movemos con imágenes que dan idea de totalidad, de plenitud, pero sabemos que lo imaginario encubre siempre un agujero.
Nos preguntamos qué pasa con lo simbólico, con aquello de lo paterno, de la ley, que no se pone en juego. La violencia hacia sí mismo o hacia otro sujeto aparece cuando se deterioran los elementos identificatorios del sujeto.
Creemos que nos encontramos con la falta de modelos identificatorios que trasmitan aquello que tiene que ver con lo cultural y con la ley”.
Resulta imprescindible pensar en las causas y en los “métodos” de socialización y de subjetivación del sujeto; no solo en los “evidentes”, sino en los que van más allá del discurso del “sentido común”.
En el campo de la cultura y de la filosofía axiológica una referencia imprescindible son los trabajos realizados por Michel Foucault que se ha centrado en los “márgenes” y en los “marginados” de las estructuras sociales. Sus trabajos sobre la “arqueología social” de la locura, de la cárcel y de la sexualidad han servido, entre otras cosas, para desmitificar certezas y preconceptos ideológicos y practicas instaladas en instituciones y establecimientos sociales creados para disciplinar y controlar a los que se salen de la “norma”: “los del otro lado de la frontera”, “los de enfrente”, “los extranjeros”, “los extraños”, “los a-normales”, “los chorros”: “Nosotros los modernos comenzamos a darnos cuenta de que, bajo la locura, bajo la neurosis, bajo el crimen, bajo las inadaptaciones sociales, corre una especie de experiencia común de la angustia”. (Foucault).
Foucault situaba a las sociedades disciplinarias en los Siglos XVIII y XIX, las que encuentran su ápice en el inicio del Siglo XX en Europa. En América esta situación se encuentra matizada en algunas regiones, que tardíamente por agotamiento del Estado Benefactor y la fábrica, son sustituidas por la empresa y los capitales volátiles.
Deleuze afirma que estamos en una crisis generalizada de todos los lugares de encierro: prisión, hospital, manicomio, fábrica, escuela, familia. Son las sociedades de control las que están reemplazando a las sociedades disciplinarias. ¿Qué pensaría Deleuze en este tiempo por el cual estamos transitando? ¿Qué pensaría de este encierro global, fruto de una pandemia que se inició en China y se extendió a todo el globo? (Final).
Notas: *(1) María N. López y Ana Ma. Fernández, afirman: “Freud ubica al odio en un lugar de bisagra y de separación, otorgándole un estatuto simbólico. Sin embargo, si pierde su anudamiento simbólico deviene pura agresión. Es en virtud de ello que resulta necesario hacer que el odio hable, cree, recree, anude, capitalice su vertiente de separación”., en artículo “Anudamiento simbólico de la violencia”. “Revista Signos”, Mdeo. febrero de 2002.
*(2) S. Freud, “Aclaraciones, aplicaciones y observaciones, Conferencia XXXIV”, “Nuevas lecciones introductorias al Psicoanálisis”. En “Obras Completas”. Ed. Biblioteca Nueva Tomo 8, Madrid 1974.

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