Vecinos de “La Palma” en verdadera encrucijada
Los habitantes de La Palma carecen de documentos que prueben que son dueños de las tierras, que compraron años atrás. Las compraron siguiendo la tradición, hoy ya en desuso, que la «palabra es un documento que nadie intentará violar».
Esta modalidad de transacción, que hoy ya forma parte del pasado, hoy les complica la vida y mucho. A quienes viven en las poco más, de veinte casas que conforman el pueblo, les impide el apoyo de organismos estatales como por ejemplo, en el caso de MEVIR, la propia Intendencia, el Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca o el caso de OSE.
Esas entidades tienen disposición para aportar los dineros necesarios para lograr el alumbramiento de agua, pero al carecer de documentación, ello hasta ahora no ha sido posible y mientras tanto deberán conformarse con carecer de un adecuado abastecimiento del líquido vital, ahora lo hacen cargando en baldes.
La mayoría de las familias ocupa predios donde la tenencia de la tierra no está documentada.
Esta situación, que se arrastra desde hace mucho, impide que cualquier institución pública o privada pueda apoyarlos, promoviendo algún tipo de mejora o infraestructura.
El principal obstáculo que enfrentan, y que no se puede resolver, refiere al abastecimiento de agua potable, ya que es una zona de basalto superficial. Ello hace que, fundamentalmente si el verano es seco, haya problemas en el agua.
A ello se suma que son las mujeres jóvenes de la localidad las que acarrean el agua, debido a que los hombres trabajan en el campo. Las mujeres mayores, por razones de edad, cumplen otras actividades.
En definitiva y a pesar que adquirieron el bien de buena fe, la única posibilidad legal que les queda es lograr la prescripción adquisitiva.