Alumnos de escuelas urbanas y rurales intercambian cartas para conocer otras realidades
La iniciativa nació en la Escuela Rural Nº 30 de Laureles, Departamento de Salto, y se ha expandido a otros quince Departamentos del Uruguay. Unos ochocientos niños de cuarenta y tres escuelas públicas rurales y urbanas, sumado a algún colegio privado, se escriben cartas de puño y letra con la finalidad de conocer las realidades de sus pares en medios distintos al suyo.
Todo comenzó en la escuela de Laureles, localidad rural a 45 kilómetros de Salto capital. El antecedente es el programa “Todo se relaciona con todo”, que la Directora de la Escuela Nº 30, Inés de Lista, implementó el año pasado, junto al ingeniero agrónomo Carlos Guinovart, para que “el niño rural tenga una perspectiva diferente del mundo que lo rodea”.
El proyecto buscaba que los niños de la escuela rural conocieran otras realidades, alejadas de su diario vivir, “para que el alumno que se quiera quedar en el medio rural, después de haber estudiado, lo haga por elección y no porque no conozca otra alternativa”, explicó De Lista.
Para ello, Carlos Guinovart, un productor agropecuario de la zona, llegaba al centro educativo una vez por semana y les hablaba de distintos tópicos de su trabajo, desde la agroproducción y la importancia de las pasturas, hasta el bienestar animal, el arte o la cultura gastronómica.
“Más que nada se apostó a lo emocional, porque el objetivo era realzar el valor del niño en su individualidad. Entonces, partiendo de lo que motivaba a cada niño, abordábamos distintas temáticas en clase”, contó la Directora.
Así sucedió que, hablando de la importancia de aprender idiomas (y dado que en la escuela hay inglés), un alumno comenzó a aprender alemán en clases particulares. “A partir de un puñado de temas, nacieron mil temas más, y todo eso les abrió la cabeza”, agregó De Lista.
Pues bien, este año, De Lista tuvo otra idea: que los niños de su escuela rural se comunicaran con niños de escuelas urbanas, para conocer otras realidades. Y el boca a boca hizo lo suyo.
De Lista le planteó su iniciativa a la promotora cultural, Gabriela Zabaleta, quien había trabajado previamente con Límber Santos, quien fuera Director del Departamento de Educación para el Medio Rural. “La idea era difundir más el medio rural. Y a su vez, conocer la realidad de niños del medio urbano, que son tan valorables como los del medio rural”, dijo la Directora.
La promotora cultural Zabaleta trabaja con niños en un taller de gastronomía y cultura, algunos en una escuela de El Pinar (Canelones), y otros son alumnos de colegios privados. De Lista y Zabaleta aunaron esfuerzos y el emprendimiento fue creciendo.
“Se lo comenté a ex compañeros de una beca Fulbright que hice en 2021 y todos se sumaron. La idea era que cada niño del ámbito rural tuviera un interlocutor en el urbano. Empezamos a comunicarnos, a conectar gente conocida y todo se volvió muy grande”, contó De Lista.
Así fue que niños de 3º grado de una escuela rural debían escribirle a desconocidos de edad similar de una escuela urbana. Lo mismo los de 1º, 2º o los de 5º y 6º. La carta comenzaba diciendo: “Querido amigo/a por correspondencia”. “La primera era aleatoria, al que le tocara. Pero la carta de regreso ya tenía un nombre, un apellido y una edad”, explicó la Directora.
Incluso, los niños de Inicial quisieron formar parte de la movida, y fueron alentados a participar con la ayuda de algún adulto (un pariente o docente), o que alumnos mayores escribieran lo que ellos les dictaban. Pero los propios pequeños quisieron hacer dibujos o escribir.
La idea fue tomando fuerza, al punto de que hoy participan 43 centros educativos rurales y urbanos, de dieciséis Departamentos (Rivera, Artigas, Salto, Paysandú, Río Negro, Soriano, Durazno, Florida, Rocha, Lavalleja, Treinta y Tres, Colonia, Maldonado, Canelones, Montevideo).
La iniciativa cuenta con la colaboración del Correo uruguayo, y su Presidente, Rafael Navarrine, gestionó para que el trámite y traslado de las cartas sea gratuito. Tardan dos días en llegar al destinatario, y en las mismas, los niños cuentan su forma de vivir, su rutina, cómo es su entorno, comparten sus gustos y sus actividades diarias con sus “amigos por correspondencia”.
“Vale indicar que los maestros no intervienen, más que fomentando la escritura y el aprendizaje. Los niños escriben lo que ellos quieren, lo que les nace. Por ejemplo, mientras alumnos de escuelas urbanas cuentan que fuera del horario de clase salen a jugar al fútbol, a andar en bicicleta o en patines, los del medio rural comparten con sus pares que juegan trepándose a los árboles, que salen a buscar huevos de teros o a “bolear ñandúes”, concluyó Inés De Lista.