El Arco y la Lira, y Octavio Paz
En este tercer encuentro del ciclo “4×5: Poesía”, nos acompañará “El arco y la lira”, en tanto imagen literal y literaria. Literal porque será de eso que trataremos, dialogaremos, ensayaremos los significados y los significantes de la poesía simbolizadas por el arco y la lira de la Grecia helenística.
Literaria porque ahondaremos en las reflexiones poéticas de Octavio Paz (Ciudad de México, 1914-1998) sobre la poesía y el poema. Venimos de Lorca y su romance con el duende y la luna. También de Marguerite Duras y su escritura que alumbra con la oscuridad (asombro que logra por la palabra, por ejemplo, transformar una mosca moribunda, en un evento existencial).
Hoy, viernes 18 de febrero, a la hora 20:00 en Calle Brasil Cultural (Brasil 456), comulgaremos con la poética del gran maestro mexicano Octavio Paz, memorable poeta, reconocido con augustos premios. Hombre de mundo, y ligado a diversas luchas sociales, también fue embajador en la París de las vanguardias surrealistas donde tomó contacto, entre otros, con César Vallejo y Pablo Neruda, y fue invitado al Congreso de Escritores Antifascistas de Valencia.
Hasta finales de setiembre de 1937 permaneció en España, donde conoció personalmente a Vicente Huidobro, Nicolás Guillén, Antonio Machado y a destacados poetas de la generación del 27, como Rafael Alberti, Luis Cernuda, Miguel Hernández. Además de visitar el frente, durante la Guerra Civil española (1936-1939) escribió numerosos artículos en apoyo de la causa republicana.
De nuevo en México, fundó en 1955 el grupo poético y teatral Poesía en Voz Alta, y posteriormente inició sus colaboraciones en la Revista Mexicana de Literatura y en El Corno Emplumado. En las publicaciones de esta época defendió las posiciones experimentales del arte contemporáneo. En la década de los 60 volvió al Servicio Exterior, siendo destinado como funcionario de la embajada mexicana en París y más tarde en la de la India. Renunció a su trabajo diplomático por no acordar con el presidente Gustavo Díaz Ordaz (quien diera la orden de la “matanza” de estudiantes en la plaza de Tlatelolco en 1968).
Ejerció desde entonces la docencia en universidades americanas y europeas, a la vez que proseguía su infatigable labor cultural impartiendo conferencias y fundando nuevas revistas, como Plural (1971-1976) o Vuelta (1976). En 1990 se le concedió el Nobel de Literatura, coronación a una ejemplar trayectoria ya previamente reconocida con el máximo galardón de las letras hispanoamericanas, el Premio Cervantes (1981), y que se vería de nuevo premiada con el Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades (1993).
“La poesía es conocimiento, salvación, poder, abandono. Operación capaz de cambiar al mundo, la actividad poética es revolucionaria por naturaleza; ejercicio espiritual, es un método de liberación interior. La poesía revela este mundo; crea otro. Pan de los elegidos; alimento maldito. Aisla; une. Invitación al viaje; regreso a la tierra natal. Inspiración, respiración, ejercicio muscular. Plegaria al vacío, diálogo con la ausencia: el tedio, la angustia y la desesperación la alimentan. Oración, letanía, epifanía, presencia. Exorcismo, conjuro, magia. Sublimación, compensación, condensación del inconsciente. Expresión histórica de razas, naciones, clases. Niega a la historia: en su seno se resuelven todos los conflictos objetivos y el hombre adquiere al fin conciencia de ser algo más que tránsito. Experiencia, sentimiento, emoción, intuición, pensamiento no dirigido. Hija del azar; fruto del cálculo. Arte de hablar en una forma superior; lenguaje primitivo. Obediencia a las reglas; creación de otras. Imitación de los antiguos, copia de lo real, copia de una copia de la idea. Locura, éxtasis, logos. Regreso a la infancia, coito, nostalgia del paraíso, del infierno, del limbo. Juego, trabajo, actividad ascética. Confesión. Experiencia innata. Visión, música, símbolo. Analogía: el poema es un caracol en donde resuena la música del mundo y metros y rimas no son sino correspondencias, ecos, de la armonía universal”. (*)
(*) “El Arco y la Lira” Octavio Paz (1956).