Rivera, sábado 21 de diciembre de 2024

Peste de Novela

La literatura universal está arrebatada de historias de pacientes y de médicos, de sanatorios, hospitales, lazaretos y manicomios. Historias con muchas historias, de grupos, sociedades y culturas abatidas por pestes, historias con el sello del miedo y el sufrimiento.
Permítanme una digresión: en el cine las pestes han ganado su lugar, como en el magistral “El séptimo sello” de Ingmar Bergman, donde se da cuenta del embate entre vida y muerte mediado por un juego de ajedrez entre un noble, volviendo de una de las “guerras santas” contra los turcos en la Jerusalén de la edad media, y la Muerte. El paño de fondo lo da la peste negra extendiéndose cruelmente por Europa.
Tuberculosis, lepra, cólera, peste, difteria, tétanos, gripe… son objeto de páginas, capítulos, versos, estrofas, actos, metáforas, hipérboles, símiles… desde el antiguo testamento hasta las últimas novedades y lanzamientos editoriales.
Es cierto que no todas las enfermedades infecciosas tienen el mismo peso ni la misma presencia en la literatura. Arthur Conan Doyle (1859‐1930), médico y escritor, creador del mítico Sherlock Holmes, en los “Cuentos de Médicos” comenta:
“…Pero yo he pensado a veces que en una de estas reuniones nuestras se podría leer una memoria acerca del empleo de la medicina en la novela popular (…) en esa memoria se trataría de qué mueren los personajes de las novelas y cuáles son las enfermedades de que hablan los novelistas”.
Narradores y “narrados” sufren tuberculosis, difteria, peste o cólera pero también catarros comunes, infecciones de heridas, gastroenteritis, forúnculos y otras infecciones banales de diferentes órganos y sistemas y por eso se reflejan en descripciones y argumentos.
El cólera ha sido responsable de un intenso sufrimiento y miles de muertes. Hasta 1817, estuvo confinada al subcontinente indio, propagándose a todo el mundo desde Bengala, posiblemente a bordo de barcos de guerra rusos. Desde ese momento hasta nuestros días ha habido 7 pandemias. La última pandemia se inició en 1961 por lo que su presencia en la literatura es constante.
François Rene de Chateaubriand (1768‐1848) en “Memorias de Ultratumba” (1848, obra póstuma), Thomas Mann (1875‐1955) en “Muerte en Venecia” (1912) o Gabriel García Márquez (1927‐2014) en “El amor en los tiempos del cólera” (1985) reflejan diversos aspectos de la enfermedad del cólera:
“…El cólera, que salió del delta del Ganges en 1817, se propagó en una extensión de dos mil doscientas leguas de norte a sur y de tres mil quinientas de este a oeste. Ha llevado la desolación a mil cuatrocientas ciudades y ha arrebatado la vida a cuarenta millones de seres… ¿Qué es el cólera? ¿Es un viento venenoso? ¿Son insectos que tragamos y que nos devoran? Si el cólera nos hubiese visitado en un siglo religioso, hubiera dejado un cuadro interesante…” Rene de Chateaubriand, “Memorias de Ultratumba”.
“…pero a mediados de mayo de aquel año, en Venecia y el mismo día, se habían descubierto los terribles bacilos en los cadáveres desmirriados y ennegrecidos de un batelero y una verdulera. Ambos casos fueron silenciados: pero una semana después eran ya diez, veinte, treinta los brotes, y en barrios diferentes (…). Los casos de curación eran raros; el ochenta por ciento de los aquejados sucumbía a una muerte espantosa, pues el mal, que había alcanzado cotas violentísimas, se presentaba a menudo bajo su forma más peligrosa, el llamado cólera “seco”….” Thomas Mann, “Muerte en Venecia”.
“…la ansiedad se le complicó con cagantinas y vómitos verdes, perdió el sentido de la orientación y sufría desmayos repentinos, y su madre se aterrorizó porque su estado no se parecía a los desórdenes del amor sino a los estragos del cólera… El padrino de Florentino Ariza, un anciano homeópata que había sido el confidente de Tránsito Ariza desde sus tiempos de amante escondida, se alarmó también a primera vista con el estado del enfermo, porque tenía el pulso tenue, la respiración arenosa y los sudores pálidos de los moribundos. Pero el examen reveló que no tenía fiebre, ni dolor en ninguna parte, y lo único concreto que sentía era una necesidad urgente de morir”. Gabriel García Márquez, “El amor en los tiempos del cólera”.
No será una extravagancia pensar que, ni bien se controle el virus del COVID-19, una pléyade de escritores, novelistas, artistas, cineastas, repliquen en sus creaciones estos tiempos de novela, que nos tocó en suerte vivir.

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