Rivera, viernes 13 de diciembre de 2024

Socialistas celebrarán sus 100 años con una cena en el Club Boulevard Lagos del Norte

En la noche del viernes 10 de diciembre los socialistas riverenses celebrarán sus 100 años de vida política en el país. Lo harán en una cena que a partir de las 21:00 se realizará en el Club Boulevard Lagos del Norte y contará con la presencia de militantes y adherentes socialistas de todos los tiempos.
En el marco de la celebración adjuntamos el siguiente texto de la Prof. Selva Chírico:
“Los socialismos, el socialismo uruguayo: Una aproximación al contexto de sus nacimientos.
Estudiando las raíces históricas del presente que vivimos, podemos remontarnos a la Revolución Industrial de los Siglos XVIII y XIX. En ese contexto, industrializar significaba someter al ser humano al despotismo de las máquinas y a la avidez gananciosa de sus propietarios, los burgueses. La libertad, las libertades, eran más cercanas a las utopías intelectuales que a la realidad de vida, porque irónica y cruelmente, los derechos de las minorías prevalecían en todos los ámbitos por sobre los de las masas de desposeídos: el proletariado.
En ese contexto, hubo quienes concluyeron que había que romper con el dominio del hombre por el hombre, dignificando las vidas de niños, mujeres y hombres, redistribuyendo la riqueza con mayor equidad. Hubo quienes actuaron conscientemente y quienes lo hicieron intuitivamente. Los que lo expusieron en ruedas de amigos y los que llevaron sus ideas a la práctica. Hubo de los que razonaron observando sus vivencias y quienes fueron a la historia para comprender a las sociedades. Todos son considerados socialistas, porque buscaron fundar una sociedad más equitativa; porque propusieron modelos alternativos al capitalismo dominante, porque creyeron firmemente que el individualismo debía ser superado por lo colectivo, donde la felicidad de todos fuera la meta. Donde el proletario, antes que engranaje mecánico del lucro patronal, fuera Humanidad.
Así, durante el transcurso del Siglo XIX las cooperativas, las sociedades de ayuda mutua, los utópicos, los socialistas científicos, los anarquistas, los revisionistas, las sucesivas Internacionales obreras, fueron marcando rumbos nuevos al proletariado.
Hacia 1873, una fase depresiva del ciclo capitalista sume al proletariado europeo en más desempleo y explotación. La lucha sindical fue una reacción natural, mientras los religiosos exhortaban a la resignación. Para millones, la emigración fue la única alternativa posible.
Para el capital, la alternativa fue el imperialismo. Estados y empresas se conjuntaron. América fue uno de tantos puntos del planeta escogidos para que las potencias dominantes aliviaran sus tensiones económicas. En esta región, incentivaron el proceso de modernización productiva, tecnológica y de servicios, siendo ellos mismos los proveedores, a la vez que compradores de materia prima y rectores de las finanzas. Para consolidar el sistema, aseguraron el control de gobiernos serviles: en principio, el militarismo del Siglo XIX. Al país apenas le generó crecimiento hacia fuera. Pero proliferó la inmigración. Obreros y artesanos se establecieron mayoritariamente en Montevideo. Muchos de ellos, ya animados por ideas renovadoras. Socialistas, anarquistas, nutrieron grupos que comienzan a organizarse, a hacer escuchar sus demandas y hasta a conmemorar por primera vez el 1 de mayo, en 1896.
A comienzos del Siglo XX, el impulso batllista hacía prosperar talleres artesanales y algunas industrializaciones. Paralelamente, se comenzaba a comprender la lucha de clases, aun en un país donde el capitalismo nacional era incipiente y donde el pensamiento dominante, el del Partido Colorado, la niega rotundamente, aunque no tanto como las que gustaban denominarse ‘clases conservadoras’, las que presumían de su negación a cualquier cambio social.
La organización sindical prospera y la huelga se torna un instrumento de lucha.
Los meses finales de 1910 fueron conflictivos. En octubre, el Partido Nacional vuelve a las armas, oponiéndose a Batlle y Ordóñez. El presidente Williman, confeso conservador, había prohibido el ingreso al país de anarquistas expulsados desde Buenos Aires, con el beneplácito de ‘los elementos decentes del país’, como se dijo entonces. La clase obrera se enfrentaba a las patronales con boicot, huelgas y refriegas, si fuera preciso. En su plataforma estaba reducir las habituales 12 a 15 horas de trabajo, minimizar el penoso trabajo infantil y gozar de descanso semanal. Además, mejorar condiciones de salud y vivienda. Las mujeres, tan discriminadas como lo fueron en Europa, comenzaron a pensar en clave de género.
Muchos tenían esperanza en el gobierno de Batlle, una vez que se conocía vínculo intelectual con el socialista francés Jean Jaurés y con el uruguayo Domingo Arena, además de su condescendencia hacia los sindicalistas. Pero la diferencia del socialismo con el batllismo, estuvo en un aspecto no menor: para los primeros, las leyes sociales y laborales son un derecho intrínseco e inalienable del trabajador; para los segundos, eran apenas deberes morales del Estado que, actuando como un buen Padre, los concedía a su voluntad.
La clase obrera tendría numerosos militantes y un aglutinador nacional: Emilio Frugoni. Su herramienta política, el Partido Socialista, fundado en diciembre de 1910. Por su concepción, el socialismo debía valerse necesariamente de métodos democráticos para acceder al poder.
Las mujeres, por fin tenían su portavoz legítimo: ‘…estas aspiraciones feministas se hallan comprendidas en las aspiraciones más amplias del socialismo, cuyo triunfo, al asegurar para todos los seres humanos la justicia y la subsistencia, realizará la emancipación completa de la mujer […]’.
En las elecciones de 1910, Frugoni, Gesto y Mibelli serían candidatos socialistas, en coalición con el ‘Club Liberal’. Su manifiesto de entonces, proclamaba: ‘(los trabajadores) deben constituirse en legión organizada, entrando como partido de clase a ejercer sus derechos políticos y a forjar, con el calor de sus anhelos de justicia el arma de la ley, en defensa de sus intereses, conscientes y orgullosos de la misión histórica que al proletariado de todos los países corresponde llevar a cabo’. Fueron electos diputados Frugoni por el socialismo y por el acuerdo, Pedro Díaz.
Su labor parlamentaria fue intensa, pero con éxitos a largo plazo. Todos sus proyectos eran encarpetados. Si bien el batllismo podía coincidir con los principios que animaban a estos diputados, no admitiría darles un reconocimiento político. De esa manera, la ley de 8 horas, leyes sobre trabajo femenino e infantil, ley del salario mínimo, llegaron a ‘dormir’ ¡diez años! y cuando se aprobaron, aparecen como éxitos exclusivos del Partido Colorado.
El Partido Socialista hace su primer Congreso en 1911. De ahí en más, cien años por delante”.

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