Rivera, viernes 29 de noviembre de 2024
Por Tabaré Viera Duarte

El cambio climático y una política de aguas

Libre iniciativa, imaginación creadora El cambio climático es un fenómeno ya comprobado por la comunidad científica internacional. Sus efectos serán sobre todos los habitantes de la tierra y ya comienza a sentirse e indudablemente tiene un mayor impacto sobre los más pobres. Cada vez son más frecuentes los desastres climatológicos como inundaciones y sequías. En nuestro país solamente en los dos últimos años, tuvimos dos sequía importantes y una gran inundación en varios departamentos del interior.
Estos eventos traen aparejados consecuencias sociales, productivas, de salud y lógicamente pérdidas económicas muy importantes. Los estudios indican que en casi 700 años nunca se había concentrado tanta cantidad de CO2 en tan corto plazo en la atmósfera, ni nunca se había dado tan alta frecuencia de años más calurosos en la historia de la climatología. Además, los desastres del clima parecen tener directa incidencia en la aparición de nuevos vectores de enfermedades, por ejemplo mosquitos, propios de regiones más tropicales. El informe (2007) del Plenario Intergubernamental sobre Cambio Climático documenta tales tópicos, por lo que ya no quedan dudas.

HAY QUE TOMAR MEDIDAS DE MITIGACIÓN Y DE ADAPTACIÓN
Medidas de mitigación que reduzcan la emisión de gases de efecto invernadero, si bien Uruguay es uno de los países que más ha reducido o compensado su polución. De racionalización de la energía y producción de energía renovable (solar, biomasa, eólica, hidroeléctrica, etc.) Y hay que tomar medidas urgentes de adaptación, para preparar y proteger a la gente, a las comunidades, economías y al país todo, de las consecuencias de este cambio climático que produce sequías, inundaciones, etc.; teniendo en cuenta que aunque se reduzca en el mundo la emisión de gases, se calcula que por lo menos sufriremos 25 años más los efectos de la actual coyuntura.

COSTOS IMPRESIONANTES
Todo el desarrollo del país corre riesgo si no se toman medidas concretas. Ejemplo de ello son los efectos aún persistentes de la última sequía. Sectores productivos clásicos de nuestra agropecuaria como la lechería o la granja, están al borde de la quiebra.
Según el informe complementario al informe mundial de desarrollo humano, 2007-2008 de PNUD, sobre “Cambio Climático Aquí y Ahora” en Uruguay, el costo humano de la inacción sería muchísimo mayor que los costos materiales y hace referencia a un informe (Stern) que indica que el costo de no adoptar ninguna medida de adaptación, actuando solamente ante las emergencias, podría llegar a ser el 20% de PBI, mientras que desarrollar políticas de prevención costaría el 1% del PBI.

POLÍTICA DE AGUAS DE ESTADO
Por ello hemos presentado ante el Congreso de Intendentes, una propuesta que fue rápidamente aprobada por unanimidad, para convocar a la realización de un gran Foro Nacional del Agua. Donde, con la participación de los ministerios de Ganadería Agricultura y Pesca, de Industria y Energía, OSE y OPP; con el imprescindible aporte de los productores agropecuarios todos, organismos internacionales como PNUD, FAO, BID, etc., y probablemente organizaciones de la cooperación internacional, comencemos a discutir y formalizar una verdadera política nacional de agua.
Vivimos, felizmente, en un país que tiene una riqueza hídrica sin par. Es absolutamente inaceptable que en el futuro sigamos pasando las penurias de emergencias tales como la sequía. Debemos reunir la información, que ya existe en Uruguay para determinar, departamento por departamento, zona por zona, que tipo de recursos cuenta y cuales serán los proyectos puntuales a desarrollar. En algunos casos, como en la zona noroeste del país serán perforaciones colectivas, con distribución por canalizaciones o tuberías, las que podrían incluso ser administradas y mantenidas por los vecinos en forma cooperativa. En otros pagos serán embalses en cursos de aguas superficiales. Pero en el futuro deberemos depender lo menos posible del agua de lluvia.
Es el caso del, pomposamente llamado “Plan de Prevención de Sequías”, desarrollado por el MGAP, que consistió en otorgar prestamos a productores para la construcción de tajamares. Con algunos días sin lluvia estos tajamares quedaron todos secos y algunos nunca llegaron a llenarse. Con ese tipo de “soluciones” seguiremos dependiendo de la lluvia.
Por otro lado Uruguay debe ir pensando en una producción cada vez más intensiva y menos dependiente del clima, para eso hay que desarrollar más cultivos bajo riego.
Es hora entonces, de ponernos todos a trabajar responsablemente, para que por lo menos en lo que tiene que ver con el agua, nuestro país tenga una política que trascienda la emergencia y los gobiernos de turno y sea una verdadera política de estado. Estaremos adaptándonos al cambio
climático, cuidando el medio ambiente y el uso racional de un bien finito como es el agua y desarrollando un verdadero país productivo.

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