Un buen ejemplo a seguir
Por considerarlo de un valor excepcional, en cuanto a su potencialidad, transcribimos nota aparecida en el Diario “El País” de Montevideo, en su edición de ayer:
“En Kiyú mitigan el cambio climático con estiércol.
De siete garrafas de supergás, de 13 kilos, que un año atrás usaban por mes los Lecchini para la quesería artesanal, bajaron el consumo a tres. Y la producción subió a picos de 90 kilos diarios y a una media anual de casi 65 kilos por día.
Miguel Lecchini, que junto a su esposa Mary, a su hijo Ronald y a la novia de éste, lleva adelante la producción, está convencido que hace dos años, cuando en la Asociación de Queseros Artesanales de San José fueron seleccionados para que en su establecimiento se realizara un plan piloto de conversión del estiércol de sus vacas en biogás, comenzó a cambiar la vida de la familia y la realidad económica de su pequeña quesería.
Mezcla de metano y dióxido de carbono, el biogás, producido por la fermentación bacteriana de residuos orgánicos, requiere muy poca inversión y mínimo trabajo de quienes hoy disfrutan de sus múltiples usos, en este establecimiento rural de Kiyú, San José.Con 20 kilos de estiércol «limpio», recogido sobre la planchada de la sala de espera del galpón de ordeñe, mezclado con unos 80 litros de agua y vertido a una bolsa de polietileno de alta densidad, de 13 metros de largo, transformada en depósito cilíndrico, el biogas comienza inmediatamente a producirse.
El proceso requiere no más de cinco minutos y por una simple cañería, con llaves de paso comunes, el elemento combustible comienza a circular por todo el establecimiento.
Fundamentalmente lo usan para calentar el agua con la que lavan la cañería de la máquina de ordeñar, para calentar la leche con que se elabora el queso, para la limpieza de todos los implementos de elaboración y, en invierno, y por tratarse de una fuente inagotable de energía, hasta para calentar el agua con que se lavan los quesos.
No falta tampoco la derivación hacia un pequeño motor, que alternativamente funciona en forma convencional, con nafta o con el biogás «de la casa».
El proyecto que llevan adelante los Lecchini, con fondos provenientes del Programa de Pequeñas Donaciones (PPD), del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM) y del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud), tiene como fin último mitigar el cambio climático a través de la generación y el uso de energías alternativas a pequeña escala.
Con experiencias como ésta, de las cuales en pequeños establecimientos hay seis en todo el país, apoyadas por esos organismos, el metano que se libera originado en la degradación del estiércol de los animales en lugar de ir directamente a la atmósfera, donde genera 20 veces más efecto invernadero que el dióxido de carbono, no sólo no contamina sino que tiene un fin útil y económicamente valioso.
FERTILIZANTE
En el extremo más alejado de la bolsa que sirve como biodigestor -con una pendiente de 1,5 %- hay un drenaje constante del líquido proveniente del compuesto que se ha volcado.
Ese líquido, totalmente inoloro, es utilizado experimentalmente como biofertilizante con resultados óptimos.
Dos parcelas de 1.000 metros cuadrados cada una, donde se plantó avena, fueron preparadas, respectivamente, con 6.000 litros de este fertilizante natural y con nutrientes de origen químico. No hubo diferencias de rendimiento.
La inversión realizada en el proyecto de biogás no supera los US$ 250. Esta cifra frente a los resultados que da abona el razonamiento final de Lecchini: «El cambio principal que es necesario es el de mentalidad».
LAS CIFRAS
Veinte kilogramos de estiércol y ochenta litros de agua les alcanza a los miembros del establecimiento para generar energía durante seis horas del día.
Doscientos cincuenta es el valor en dólares de la instalación en el proyecto de biogás para el establecimiento de producción de queso artesanales”.