Mujeres rurales del noreste impulsan el valor de la lana ovina con apoyo del MGAP

En el noreste del país avanza la Intervención Territorial Específica (ITE) “Agregado de valor a la producción ovina”, una iniciativa que busca fortalecer el vínculo entre la producción ovina familiar y la artesanía textil. La propuesta se desarrolla en los Departamentos de Tacuarembó, Rivera, Cerro Largo y Durazno, y tiene como protagonistas a mujeres rurales que transforman la lana en productos artesanales de calidad.
Esta ITE, coordinada por la Dirección General de Desarrollo Rural del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP), impulsa la capacitación, el acceso a insumos y la organización colectiva. El objetivo es fomentar encadenamientos productivos entre productores ovinos y artesanas, promoviendo así el aprovechamiento integral de la lana, que muchas veces tiene escaso valor comercial en su estado natural.
En sus inicios, el proyecto contaba con unas 70 mujeres, con presencia destacada en el eje de la Ruta 7 en Cerro Largo, el Grupo Flordelana de Valle del Lunarejo (Rivera), y grupos de artesanas de Durazno y Tacuarembó. A lo largo del tiempo, la experiencia ha sumado también a productores colaboradores, quienes proveen lana sucia para el trabajo artesanal, y se han organizado compras conjuntas de tops de lana, insumo clave para los talleres.
Recientemente, culminó una etapa de formación en hilado, telar y teñido para dos grupos de mujeres en el local de MEVIR en Las Toscas de Caraguatá, Tacuarembó. Gloria Viera, referente del MGAP para esta política, destacó el alto nivel de participación y el interés generado: “Fue muy productivo, al punto que surgieron consultas para sumarse a otras capacitaciones”.
El trabajo también tuvo visibilidad en la XXVI Semana de Vichadero, celebrada el pasado sábado 19 de abril, donde 27 mujeres artesanas presentaron sus productos tejidos en un stand de la feria (en la fotografía). Allí participaron integrantes de los grupos de Vichadero, el eje Ruta 7 y Melo, generando un valioso espacio de exposición y comercialización.
Andrea de los Santos, integrante del grupo de Caraguatá, valoró la experiencia como un momento de aprendizaje e intercambio. “El año pasado tuvimos una semana de capacitación con una profesora del Secretariado Uruguayo de la Lana (SUL), y desde entonces seguimos trabajando, reuniéndonos y participando en ferias”, contó.
Andrea también destacó el interés de nuevas participantes: “Hoy me contactaron mujeres de otra localidad del eje de la Ruta 7 para sumarse al grupo”. Ella misma, criada en una chacra y con un pequeño predio ganadero junto a su pareja, encontró en este proyecto una forma de reconectar con el campo: “La lana tenía poco valor y quise ver qué se podía hacer con ella”.
A través de estas acciones, la ITE demuestra el potencial del trabajo artesanal como motor de desarrollo rural, fortaleciendo las capacidades de las mujeres del campo, rescatando tradiciones familiares y dándole nuevo valor a un recurso local como la lana ovina.