Entre aciertos y errores, perdedores que ganaron y ganadores que perdieron
(Por Ariel Rodríguez) Luego del acto eleccionario del domingo, queda mucho por analizar. Una campaña que transcurrió entre más errores que aciertos y un resultado que significó que quienes ganaron se sintieran perdedores, mientras quienes perdieron, sintieron haber ganado.
Comencemos por el Frente Amplio, partido que obtiene la mayor cantidad de votos, es decir triunfa en las elecciones. Sin embargo quedó claro que la sensación entre sus dirigentes y militantes fue de frustración. Ocurre que por primera vez desde su nacimiento la coalición dejó de crecer. Obtuvo menos votos que en 2004, lo que le impidió ganar en primera vuelta; no logró el apoyo popular para aprobar dos plebiscitos que impulsaba y perdió fuerzas en Montevideo y Canelones, aunque ganó en otros departamentos.
Uno se pregunta ¿que ocurrió, cuando el Presidente de la República mantiene altísimos índices de aceptación? No hay duda que el ejercicio del gobierno desgasta y si bien Vázquez, logró abstraer su imagen, respecto a posibles errores del gobierno, no hay dudas que ello repercutió en los Gargano, Tourné o los propios Mujica y Astori. Un Mujica que cometió errores de campaña que pudieron haberle costado muy caro, pero que fue salvado precisamente por quien había perdido la interna, un Danilo Astori que se transforma en verdadero ganador.
En cuanto a los plebiscitos, se trató de una clara muestra a la dirigencia política, de la independencia con que se mueve el ciudadano. Hubo frentistas que no estuvieron de acuerdo con sus dirigentes y no los votaron, a la vez que recibieron el apoyo de ciudadanos blancos y colorados, en contra de lo expresado por sus líderes partidarios.
¿Qué ocurrió en el interior, en departamentos de clara ascendencia nacionalista? Quizás aquí esta la clave de la magra expresión electoral del Partido Nacional. Entendemos que más allá del respaldo al partido de gobierno, el triunfo del Frente Amplio, en esos departamentos y su buena votación incluso en aquellos que perdió se debió más que nada a errores del Partido Nacional. Precisamente los Blancos, que venían de “punto” arrancan fortalecidos en la madrugada del 29 de junio.
Sin embargo y quizás cometiendo el grave error de subestimar a un adversario que había quedado mal parado, le regalan por lo menos diez o quince días, luego de la gira de la fórmula, para que el Frente Amplio se recompusiera y saliera con la fuerza de quien se sentía amenazado y así ocurrió. Cuando el Partido Nacional retoma la actividad, su adversario ya se había recompuesto y fortalecido. Para peor un Lacalle que había realizado una interna casi perfecta, desde el punto de vista estratégico, se presenta vacilante.
Da la sensación que sin un rumbo de campaña definido, cometiendo errores poco creíbles para un político de su estatura. Aquí también el perdedor en la interna, se afirma y crece. En definitiva, es Jorge Larrañaga quien saca a flote la fórmula.
Se equivocan y feo tanto la UNA, como Alianza Nacional, cuando deciden presentar listas únicas al senado y a la diputación. Pierden diversidad, cierran el abanico en vez de abrirlo y desmotivan al dirigente medio, aquél que había dejado el alma trabajando en la interna y que en el error o en el acierto aspiraba a postularse. Especialmente en el interior, esto significa quitarle calidez, dinamismo a la estructura partidaria. Para peor, la dirigencia montevideana decide que los referentes locales no hablen en los actos de los que participa la fórmula.
Increíblemente, un partido que siempre tuvo sus cimientos, en el dirigente del interior del país, lo deja de lado, casi no se lo tiene en cuenta y ello desanima, repercute en el trabajo cotidiano, puerta a puerta, que realiza ese dirigente y sí que lo pagó caro el Partido Nacional. La sensación es que la fórmula desatendió al interior y para ello basta tomar como ejemplo el caso de Rivera, en donde cierran su campaña, el 6 de setiembre, a cuarenta y pico de días de la elección, por más que luego tuvieran un pasaje por el interior del Departamento.
Por otro lado, no podemos obviar una pésima campaña mediática increíblemente realizada por el Partido Nacional y lo de increíble va, por cuanto una de las bases de la victoria que llevara a Lacalle a la presidencia, fue precisamente una campaña mediática impecable.
Ahora nuevamente los Blancos arrancan con una mejor imagen que su opositor, a las caras serias de la fórmula Frenteamplista, ganadora de la elección, contraponen sonrisas y optimismo, a pesar de haber sido derrotados, de parte de la fórmula Lacalle-Larrañaga, contagiando a su militancia. Aunque claro está ello no significa sobreponerse a la clara ventaja con que parte el oficialismo para el balotaje.
Finalmente, queda claro que el perdedor, el que salió tercero en la contienda, el Partido Colorado, fue el gran triunfador. El viejo partido de Batlle y Ordóñez, a influjo de una nueva figura, demostró que se equivocaron quienes lo dieron por muerto. Pedro Bordaberry y su comando electoral llevaron adelante una campaña impecable, desde la propia interna. Aciertan nuevamente al elegir a Hugo de León, para la fórmula. Aciertan en el discurso y luego con una campaña mediática creativa, diferente.
Ahora nos separan treinta días para elegir entre dos fórmulas Mujica-Astori o Lacalle-Larrañaga. Es claro que no hay lugar para los errores. Los primeros parten con una clara ventaja. Dependerá del mensaje, de la estrategia y capacidad de trabajo, de Lacalle y Larrañaga, poder alzarse con una victoria.
Para mañana entramos al análisis de la realidad departamental.