Se terminó la larga espera: ¡Comienza el Mundial 2010!
Ya no hay tiempo para el análisis, para las suposiciones, las estadísticas, los pronósticos, a partir de hoy todo pasa a ser realidad.
Una realidad que nos encanta cada cuatro años, una realidad que une al mundo tras una estatuilla de muy pocos centímetros pero preciada por todos.
Más de dos centenas de países iniciaron este largo peregrinaje. Viajes, derrotas, victorias, clasificación y llanto por quedar afuera, fueron comunes en estos últimos años.
Había lugar solamente para 32 que deben ser considerados los mejores.
En medio de ellos este Uruguay tan nuestro y querido, este Uruguay que nos hace sufrir tanto para llegar a esta instancia.
Esta camiseta celeste que no alcanza un lugar cómodo para que podamos mirar con tranquilidad la tabla de posiciones y desde hace doce años solamente nos hace pasar por la incómoda situación del repechaje.
Por lo menos de las tres ganamos dos y en esta instancia casi sin ganar pero yendo igual a Sudáfrica,
Un continente africano que nació al fútbol no hace mucho tiempo, estadios maravillosos, cultura a conocer en muchos aspectos y una dualidad económica que salta a la vista, hay quienes tienen mucho y hay quienes tienen muy poco.
Pero al fútbol nada le importa, en la cancha entran once de cada lado y los árbitros y son ellos quienes dirimen una justa deportiva que la ven desde países y lugares insospechados.
Nadie puede imaginarse, jamás, donde puede haber un televisor, una radio o una computadora encendida prendida a un partido del mundial y a partir de ahora importan mucho los partidos de la celeste pero también me interesan los de Eslovenia, Gracia, Estados Unidos o Brasil, todo me da igual, es el fútbol mundial, es la pelota rodando para que el mundo se detenga por una hora y media cada tanto tiempo, para que todos pensemos en el gol y no en la guerra, en la avaricia, en la enemistad, en tantas cosas que solamente el deporte puede curar.
Hoy comienza un nuevo Mundial y con él, aunque nos cuesta creer, pero nos aferramos a la idea, una nueva esperanza celeste, aunque le cueste…