Rivera, lunes 21 de julio de 2025
Opinión:

Cuando el gremio está de espaldas a la gente

(Por Ariel Rodríguez) Quienes no tenemos bienes, ni mucho menos capital, vamos muy poco al banco, casi nada, salvo raras excepciones cuando debemos descontar un pequeño cheque que se nos pague por nuestro trabajo o de pronto hacer las de mandadero.
Justamente esto último ocurrió el viernes, cuando debía descontar unos cheques para una de las empresas en que trabajo. De ahí al igual que algunos compañeros, nos haríamos de algún pesito para el fin de semana. Nuestro sueldo, pueden estar seguros, es bastante menor que el de un empleado bancario.
Por supuesto que sabía que estaban vigentes medidas gremiales (sinceramente no se por qué), pero sí sabía que a partir de las 16:00 cerraban las cajas.
Llegué aproximadamente a las 15:15, la fila era larga, pero no desmedida, no se acercó ningún funcionario para advertirnos a quienes estábamos en ella, que sin importar cuantos estuviéramos dentro del banco, exactamente a esa hora los todo poderosos funcionarios bancarios paralizarían sus actividades (sinceramente no sé por qué).
Funcionaban tan sólo tres cajas y a un ritmo por momentos exasperante. ¡Faltaba más! Que funcionarios bancarios fueran a apurarse para atender al público. A los clientes del banco, pero en definitiva a los contribuyentes que les pagamos sus suculentos salarios.
Delante de mí hacía fila una joven propietaria de un pequeño almacén en zona rural distante unos quince kilómetros de la ciudad. Venía desde allá, a descontar un cheque de tres mil pesos, para hacer el surtido para el fin de semana que es de mejores ventas.
Detrás un peón rural pretendía descontar un cheque por su salario.
No éramos más de treinta personas. La atención se demoraba. El señor bancario que atendía detrás de la caja ubicada a la derecha para quien está en la fila, demoró cerca de treinta minutos atendiendo a una sola persona.
La señora bancaria que estaba en la de la izquierda desapareció dos veces de la caja. Algunos miraban de reojo el reloj, con la esperanza que haciendo uso de buen tino, los señores y señoras respetemos el género funcionarios públicos en consecuencia pagos por todos nosotros , cerraran las puertas del banco y atendieran a quienes debieron realizar una larga fila.
Como en una película de suspenso se acercaban las 16:00 y el de la derecha seguía atendiendo a la misma persona, mientras que la de la izquierda seguía desapareciendo.
Dieron la cuatro y apareció en escena la señora funcionaria que atendía la caja del medio: quien solemnemente comunicó a los incrédulos presentes, que a partir de ese momento paralizaban sus actividades por motivos gremiales. No la escuché si llegó a decirnos “y a ustedes que los parta un rayo”. No pretenderán que perdamos diez minutos atendiendo a las veinticinco o treinta personas que están en la fila.
Mucho menos escuché decir “Pedimos disculpas por la molestia que les estamos ocasionando…” Hubiera sido mucho mejor escuchar que decía: “a partir de este momento comenzamos con medidas gremiales, pero como la paralización no es contra ustedes, que son quienes nos pagan buenos sueldos, vamos a terminar de atender a los presentes…”.
Es una lástima que los gremios estén tan, pero tan lejos de la gente…

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