Rivera, jueves 21 de noviembre de 2024

Nunca tan real la frase: “Nada podemos esperar si no es de nosotros mismos”

(Por Freddy Silva). La conocida frase de nuestro prócer surge de la correspondencia dirigida por Artigas a Martín Güemes, a quien trata como “mi estimado Paisano”, desde el campamento de Purificación, el 5 de febrero de 1816. Más de 200 años después, la apelación es de una vigencia absoluta.
Y hasta en el fútbol la podemos aplicar porque una de las premisas que tienen estos campeonatos es que los puntos que se juegan cuando somos locales no se pueden dilapidar y que además es necesario ganar puntos afuera y la clasificación está asegurada.
El momento actual de nuestra selección mayor no es uno cualquiera.
Los partidos que hemos jugado como local -salvo el clásico ante un rival muy devaluado- los perdimos, y cuando se pierden seis puntos en casa, todo queda muchísimo más difícil y complicado porque es ahí que dependemos de los otros.
Y se sabe muy bien que todos juegan con el reglamento debajo del brazo y cada cual sabe lo que mejor le conviene.
No voy a ahondar en los datos que demuestran de manera categórica este estado de situación porque son de público conocimiento, al menos de todos los amantes del fútbol que siempre quieren ver a la celeste al tope.
La ilusión de hace dos años atrás ya fue, aprovechamos una oportunidad increíble que se presentó tras la pandemia y no es nuestro problema si algunos decidieron no participar, porque las estadísticas seguirán manifestando que fuimos los campeones del Litoral.
Dentro de un par de años nadie recordará quienes participaron y quienes no y solamente estará escrito que Rivera fue el campeón.
Pero, en esta temporada todo ha sido diferente, el momento del balance vendrá después y nunca tan importante es el resumen de actividades que realice el cuerpo técnico para saber en qué lugar estamos parados y las razones de un nuevo casi fracaso para sentar allí las bases de la tan esperada y anhelada reacción futbolística que nos lleve a ocupar los lugares de privilegio que tuvimos durante tantos y tantos años cuando, aun perdiendo, la celeste se respetaba en todos los puntos del país.
Es necesario cambiar el rumbo y llevar al fútbol local a una senda de crecimiento y de recuperación que lo ponga a rueda en el contexto regional porque, en definitiva, después del Norte y del Noreste, fue el Litoral y ahora Litoral Norte, los que nos acogieron para demostrar nuestras cualidades, como en el ‘93.
Pero ya dijimos que lo más importante es el balance final y se trata de proponer una mirada superadora al actual modelo de nuestro fútbol.
La transformación, el cambio necesario e imprescindible debe ser en clave de futuro cercano porque ya no se puede esperar más. Recuperar los sueños y volver a poner a la celeste a la vanguardia del Litoral es posible.
Tenemos una selección orgullosa de sus valores, de sus jugadores, y queremos que sean, nuevamente, referencia. Pero para ello es necesario encarar cambios, y muy profundos en muchas áreas.
Somos una selección que, a pesar de todo, estamos acostumbrados a otra cosa, a estar entre los del arriba sin importarnos ni la parte de debajo de la tabla ni los resultados de los demás.
Somos, en definitiva, una selección que se ha acostumbrado a vivir de las victorias propias sin esperar lo que, por nosotros, puedan hacer los otros.

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