Nuestra opinión: Tres en pocas horas… ¡es demasiado!

(Por Freddy Silva) “Cuando un amigo se va, queda un espacio vacío”… Creo que ni el propio Alberto Cortez tenía real conocimiento de lo que encerraban los primeros versos de su canción y a riesgo de copiarlas creo que no hay otras palabras tan sabias y certeras para explicar el viaje de Gustavo Gentile.
Se nos fue, se nos adelantó como siempre, como en la vida misma, como en cada una de las noticias ya que siempre lo tuvimos como referente en esto del periodismo deportivo.
Pero su grandeza no queda en eso, en la información, en compartir, en ayudar, en… en todo, porque Gustavo era amigo de quienes lo queríamos como persona. Gustavo te atendía, te ayudaba, te cuidaba, tendía su mano amplia y abría las puertas de su casa para recibirte.
Con Gustavo nos cruzamos por primera vez hace muchísimos años en un Congreso de OFI donde siempre estaba, no se perdía un lanzamiento hasta que un día tuvieron que nombrarlo como maestro de ceremonia y fue más que justificado.
A partir de allí fuimos construyendo una amistad que trascendió luego en los Encuentros del GIEFI o en las encarnizadas luchas por los derechos de transmisiones que las Ligas pretendían cobrar.
Enfrentó a los dirigentes sanduceros por nosotros impidiendo que nos cobraran a cambio que le consiguiéramos el mismo trato en cada uno de nuestros pueblos, pero fue él quien dio el puntapié inicial.
No lo puedo creer, siempre tuve la esperanza que se recuperara o que fuera un sueño del que un día me iba a despertar para estrecharme con él en un fuerte abrazo como lo hicimos tantas veces.
Hoy ya no está pero no está solo su físico, estará SIEMPRE en el recuerdo como uno de los más grandes del interior como periodista y uno de los mejores amigos que hemos cosechado en estos tantos años de recorrer los caminos de la patria.
A su familia, a su gente, al pueblo deportivo sanducero, a sus compañeros y a nosotros mismos, los pésames con el mayor sentimiento y congoja como la que sentimos esta tarde al recibir el impacto de su desaparición física en la voz de su amigo personal, el “Loro” Vanzini.
Y a Julio Gustavo, donde esté y seguramente nos escucha y nos lee, decirle simplemente que en poco tiempo estaremos nuevamente juntos para un asado de confraternidad o intercambiar noticias de algún partido que en algún lugar se estará jugando…

POR SI FUERA POCO…
En las últimas horas hemos perdido a dos referentes del nuestro fútbol local.
Andrés Claudio Machado Arcaus, con sangre azul desde chiquito. Criado en el medio de la cancha del Petit Estadio de Oriental, hijo de “Cholito”, uno de los grandes de la centenaria institución. En su casa hasta los platos que iban a la mesa eran azules.
Ocupó todos los cargos en la Directiva, recorrió cada uno de los centímetros del alambrado olímpico alentando a los jugadores u llegó a la Presidencia en 1990, cargo que ocupó hasta 1993. En ese período fue bi-campeón departamental.
También se nos fue sin autorización previa, Walter Silva Godoy, sangre roja hasta en la uña. Patrono del Frontera de antaño, referente de la Cuaró y líder indiscutido de la parcialidad roja cuando bajaban al viejo Atilio Paiva Olivera y volvían en caravana después de cada victoria.
Llegó a nuestra ciudad el 5 de diciembre del “51”, con 28 años y con la idea que sabía todo e inmediatamente se enteró de la corta vida del Platense y del nacimiento de Frontera. Esa misma noche conoció la historia del Platense con “Biyico”, el “Trenza”, y “Perico”.
“Frontera ha sido parte de mi propia vida, durante muchos, muchísimos años, me levantaba con la alegría de ir a ver jugar a mi equipo”, nos dijo. En ese momento los partidos de barrio, los desafíos de la época, se jugaban en el “Sobradinho”, del lado brasileño.
“El Padre Silva” llegó a Rivera y con destino a la Parroquia de Cuaró- era una casilla y ese mismo día, un peluquero cuyo apellido era Mendiondo, lo vinculó a Lara y Araújo, paladines del Platense y de Frontera, a partir de ese mismo día comenzó a trabajar por el barrio y por el club que lo identificaba y lo enloqueció,… lo enloqueció.
En determinado momento el “Padre Silva” pasó a ser sinónimo de Frontera. Toda la efervescencia de aquellos años hizo posible el crecimiento de Cuaró. Lo mejor de mi vida estuvo, en la Parroquia de Santo Domingo donde no se le dio tanta importancia al culto sino a la gente, a lo que la gente quería.
En el año 1987 ocupó el cargo de Presidente de la Liga a propuesta de los delegados de todas las instituciones que confiaban en sus condiciones a pesar de su fanatismo. Y en su presidencia la celeste logró su décimo título de campeón del Noreste.
Gustavo, Andrés, Walter, Q.E.P.D.

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