Éxito total en los 45º Juegos Verdiblancos, que homenajearon a Luis Alvez Mello
Con la misma emoción que todos los años, con el mismo entusiasmo de sus creadores, en esta Semana de Turismo el pueblo deportivo de Rivera vivió intensamente una nueva edición de los Juegos Verdiblancos. Solamente el hecho de mencionar que ya se habían disputado 44 ediciones anteriores establecen una vigencia poco común en cualquier tipo de actividad.
Pero es así, porque no podemos mencionar solamente lo competitivo, tampoco lo que significa desde el punto de vista social y familiar, mucho menos responsabilizar el éxito de estos Juegos al recuerdo de deportistas que han hecho grande a una institución, porque en este evento no se los recuerda cuando ya no están, sino que el homenajeado está entre nosotros viviendo cada momento de lo que en definitiva son “sus Juegos”.
Es un poco de todo, pero lo concreto es la vigencia que tiene año a año. En esta oportunidad el homenajeado fue un deportista que ingresó a la sede de la institución veriblanca de calle Dr. Anollés siendo casi un niño a buscar quien pudiera inflar una pelota para seguir con su partido de fútbol con sus amigos.
Nunca más salió; allí se crio, allí hizo sus primeras experiencias deportivas, allí recibió educación y jugó defendiendo la camiseta hasta llegar a la dirigencia, ocupando la presidencia del club.
Luis Alvez Mello ha recorrido todos los estamentos de la institución y merece un reconocimiento de toda la gente verdiblanca y aquellos que no lo son pero que ven en él y en la institución un ejemplo a seguir.
Luego del emotivo acto de la llegada a la sede con la bandera flameando y escoltado por los líderes que llegaron portando la llama olímpica, se procedió al encendido de la misma en la parte alta de la tribuna del Gimnasio “José Agustín Moratorio”.
El presidente del club, William Noble, recordó a cinco deportistas recientemente fallecidos y que estaban ligados a Sarandí Universitario:
Gustavo “Guga” Franco, colaborador en todas las actividades del club.
El Maestro Julio César “Tito” Maitía, un grande en la institución.
El Prof. Glenio Viera, el eterno Secretario y precisamente quien fue homenajeado en la edición anterior.
Gastón Machado Arcaus, que a pesar de su “sangre azul” fue jugador y socio de los verdiblancos.
Y un vecino del club, Milton Villalba, colaborador anónimo de Sarandí Universitario.
Luego, el Presidente, se refirió a las virtudes y cualidades que tiene el hoy homenajeado. Hubo una semblanza a Luis Alvez Mello destacando todos los títulos obtenidos como deportista y como dirigente del club, pero no faltó el momento de solidaridad de los participantes en los Juegos que, cada uno de ellos donó un kilo de alimento no perecedero que, en esta oportunidad, fue entregado a los pacientes de ASSE de UDIR y recibido por la nurse Rosana.
Llegó entonces el momento más esperado por todos y que es el juramento olímpico, que lo tomó el propio Luis Alvez Mello y que recibió el “sí, prometo” de todos los participantes de los cuatro equipos representados por sus líderes.
La sorpresa llegó cuando al lado del homenajeado se colocó su familia, y allí estaban, su esposa Carmen, sus hijos Pablo y Andrea y su nieto Thiago que, con su pelota en manos, andaba por todos lados, perdido en medio de la inmensidad del gimnasio.
Pablo fue el que habló para referirse a la importancia de haber contado con un padre que antes del primer año de vida le colocó la camiseta verdiblanca como apoyo a la tarea que emprendía, la de mejor educar a su hijo. Finalizó destacando virtudes de su progenitor y le pidió que disfrutara el momento, porque no solo se lo merecía sino porque él era Sarandí…
En el final de la parte protocolar el propio homenajeado pretendió hablar, pero, seguro estoy, lo embargó la emoción y el temor a soltar un lagrimón. Y lo decimos con propiedad porque minutos antes del comienzo de la actividad había conversado con él y me había contado todo lo que sentía en ese momento pero que no pudo decirlo en el momento preciso.
Ante la gente de Sarandí solamente recordó que hace 56 años estaba del otro lado, como uno de los líderes de los Primeros Juegos Verdiblancos junto a Amelio Casadei, a Claudio Rodríguez que allí estaban y al recordado Arlindo da Rosa. Pero sabemos muy bien que Luis Alvez Mello quería, en realidad, homenajear a Sarandí Universitario.
“Esto no está bien, es al revés, somos nosotros los que anualmente somos homenajeados, que le debemos muchísimo a la institución, a los mayores que guiaron nuestros pasos, a aquellos que no nos dejaron torcer el camino y a quienes, en definitiva, son los responsables de lo que somos hoy”.
Luis recordó los primeros momentos en el club, su juventud, los consejos de quienes estaban todos los días junto a los muchachos tratando de orientar el rumbo que tomaban en momentos de iniciar una carrera universitaria y abrirse camino en la vida.
“A todos debo agradecerles porque aquí se aprendía muchísimo, aquí se complementaba de la mejor manera lo que pudieran hacer en tu casa, aquí habían personas como el Cnel. Moratorio, como Bernardino Freitas, José “El Gallego” Vejo, el “Turco” Matchín, el “Petizo” Soria, después el “Pocho” Acevedo, “Lulú” Vargas, “Talico” Álvarez, por nombrar a algunos, que nunca te dejaban torcer el camino y eran verdaderos tutores de tu vida, a ellos y a muchos más que pisaron esta sede, les debo este homenaje y es por eso que hoy el homenajeado debería ser el club y no yo”, finalizó Luis Alvez Mello en una charla anterior al acto y que, en realidad, debió haber sido parte de su discurso inaugural pero… no le salió… tuvo muchísimo temor a las lágrimas de emoción…