Rivera, lunes 4 de noviembre de 2024

La Historia (la historia) y sus protagonistas

Bertolt Brecht en su texto nos conduce por algunos relevantes momentos históricos de dominación y poder desplegados en la civilización occidental. Tiene una intención definida, invitar a la reflexión sobre cómo sucedió la historia en todos sus escenarios políticos, económicos y sociales, y como su interacción generó como producto final una conquista, ganancia para el dominador.
En la narración de las gestas, obras y sucesos históricos en general, se tiende a no mencionar a las personas (“pueblo” fue una categoría más avanzada en la modernidad) pertenecientes a estratos bajos, la “chusma” sufriente que construyeron e incluso murieron. ¿Acaso por su posición de clase?, lo cierto es de que ellos no figuran en la historia oficial, aquella bonita historia que siempre termina en grandes fiestas y alegría “popular”, cuando en realidad la distinción y alegría, muchas veces es ajena, a esos mismos sectores populares. Saben que algo importante ocurrió y tienen conciencia de que formaron parte del momento, pero para ellos no hay capítulos enteros de recuerdos de su trascendental intervención, mucho menos de admiración.
¿Cuesta mucho ser incluyente?, dejar de mencionar solamente a los reyes y líderes, y recordarse de los que con su trabajo construyeron sociedades, imperios y gestas. Exigir que en las páginas de los libros aparezcan todos los sectores que formaron parte del desarrollo de un determinado hecho histórico:
“El reconocimiento tiene que dejar de ser solo para los que facilitan los recursos con los que se hacen las obras. Entre muchos elementos de estudio, la historia tiene que transmitir los escenarios, personajes, motivaciones, intereses, operatividad de los sectores, tiene que evitar engrandecer únicamente al de las joyas y victorias, tiene que procurar explicar todos los escenarios en el determinado contexto histórico sin importar quién lo orquesto, por qué y en dónde sucedió. Que las últimas preguntas no limiten la explicación de los sucesos, sino al contrario, que profundicen la investigación y explicación de los sucesos para la mejor comprensión de ese momento y de nuestra realidad, en aras de vislumbrar nuestro futuro” – (Luis Guillermo Velásquez Pérez).

Por eso, me uno al poema-cuestionario de Brecht:
Preguntas de un obrero que lee
¿Quién construyó Tebas,
la de las Siete Puertas?
En los libros figuran
sólo los nombres de reyes.
¿Acaso arrastraron ellos
bloques de piedra?

Y Babilonia, mil veces destruida,
¿quién la volvió a levantar otras tantas?

¿Quiénes edificaron la dorada Lima?,
¿en qué casas vivían?

¿Adónde fueron la noche
en que se terminó la Gran Muralla, sus albañiles?

Llena está de arcos triunfales
Roma la grande. Sus césares
¿sobre quienes triunfaron?

Bizancio tantas veces cantada,
para sus habitantes
¿sólo tenía palacios?

Hasta la legendaria
Atlántida, la noche en que el mar se la tragó,
los que se ahogaban
pedían, bramando, ayuda a sus esclavos.

El joven Alejandro conquistó la India.
¿El sólo?

César venció a los galos.
¿No llevaba siquiera a un cocinero?

Felipe II lloró al saber su flota hundida.
¿No lloró más que él?

Federico de Prusia ganó
la guerra de los Treinta Años.
¿Quién ganó también?

Un triunfo en cada página.
¿Quién preparaba los festines?
Un gran hombre cada diez años.
¿Quién pagaba los gastos?
A tantas historias,
tantas preguntas.

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