Custurador de barro: Entrevista a David Benavídez
David Benavídez es mi amigo. Compañero de aventuras y desventuras. Con el tiempo nos hemos afirmado en esa verdad. A pesar de su poca edad (tan solo 26) posee un espíritu antiguo. Compartimos la fe en las artes, o el vuelo, que es lo mismo: en las alas del teatro, en las alas de la música, en las alas de la literatura.
En las letras asciende verticalizado (como en las demás artes) y se lo han reconocido. En Minas de Corrales, en Blanquillo, que es algo así como su reino. También en el CeRP del Norte donde lo nutrió, en tanto estudiante. Y en Riveramento, sin dudas. En Rivera o Livramento, debería serlo.
Fue ganador de la mención especial (2019) en los Premios Nacionales de Literatura (MEC) por esta “bellísima obra de alfarería” (Matías da Costa). Barro hermosamente custurado, en una hermosa y taumaturga Singer (exquisitamente ilustradas por Mylai Benavídez, su hermana) y que hoy definitivamente, nos convoca.
– Michel Croz: ¿Por qué Custurador de Barro?
– David Benavídez: Crecí viendo a mi abuela y a mi madre sentadas frente a la Singer. Más tarde entendí que la costura que ellas operaban sobre las telas era una metáfora de sus roles en la familia: remendar las roturas, costurar los distintos tejidos humanos que la componen. El barro, por otro lado, viene no sólo de mis juegos de infancia, sino también de los vestigios de mi pasaje por la Iglesia en mi adolescencia, del relato bíblico en que Dios hace al ser humando de barro, de lo más sencillo y fundamental de esta tierra. Lo que me importa del texto bíblico son sus metáforas. El barro es nuestra esencia. Por eso el libro, un compilado de textos/tejidos, nació de la intención de costurarme el barro roto.
– MC: Dice Matías da Costa en la contratapa del libro editado por Rumbo: “Con la admirable calidez de su obra, Benavídez nos muestra una deslumbrante fórmula para reconstruir el pasado”. ¿Cómo es tú pasado? ¿Qué lugar ocupa en tu poética?
– DB: Mi libro es descaradamente autobiográfico. No hay vuelta, moriremos de autorreferencialidad. Pero el poeta siempre es un fingidor, dijera Pessoa, aunque sienta de verdad lo que escribe. Lo que queda sobre el papel, no hay vuelta: es ficción. Mi pasado es mi banco de imágenes para escribir, sin embargo, intento que mi poética no sea un mero plagio de mi pasado. Hay una elaboración, un pensar mis experiencias como las de un otro. Por eso el libro es una fórmula (ni única ni infalible) para reconstruir el pasado no sólo mío, sino del que conecte con ese David-personaje-ficción.
– MC: ¿Cómo ha sido tu proceso de creación? Le dedicas el libro a Nenita, tu abuela, e inicias (en portuñol) el poemario (pleno de saudades entrañables) con el verso “Vo t’istrañá tanto Abuela”. Pareciera que el portuñol y Nenita se completaran, ¿es así?
– DB: Los poemas nacieron de la muerte de mi abuela, por eso ese inicio. El libro vino después, el libro es la estructura, el sentido que les di a esos poemas con esa estructura. Pero la escritura de los poemas fue simplemente el testimonio de la elaboración de un luto, que se transformó en la elaboración de todo un pasado personal y un presente. El portuñol ocupa un lugar importante, porque es la lengua que me liga más directamente con mi abuela. Tiene una sonoridad propia (diferente a las del español y el portugués), y un potencial poético fascinante: para un poeta, que es un niño jugando con palabras, no hay mejor material que una lengua que se deja moldear, desmoldear y trans-moldear como barro, con tanta facilidad y libertad. Y en el libro, además, encontrar el portuñol significa encontrar la voz más genuina para esta poesía de autodescubrimiento y sanación. No puede ser sino esta lengua de los afectos.
Nota: El lanzamiento de “Custurador de Barro” será realizado por la plataforma de Zoom, este domingo 29 de agosto a las 19:30 horas y se trasmitirá por YouTube y Facebook.