Rivera, lunes 16 de septiembre de 2024
Sus logros son de incalculable eficacia

Equinoterapia: El maravilloso potencial curativo de los caballos

La equinoterapia se ha transformado en un verdadero descubrimiento de los últimos años, que en nuestro medio cumple una tarea de impresionante repercusión social en cuanto a la actividad que con muy criterio se desarrolla en el Regimiento de Caballería Nº 3, y que contado con el apoyo incondicional de sus diferentes Jefes, incluyendo al Tte. Cnel. Silvio Ayala, quien actualmente ocupa dicho cargo. Su función ha sido de especial interés para niños que padecen síndrome de Down, con resultado más que positivos, extendiéndose a otras áreas de rehabilitación.
La equinoterapia conecta a estos animales con pacientes que padecen diversas patologías. El consultorio médico se extiende al campo y logra mejorar notablemente la salud física y emocional.
Yo estoy chocha y gratamente sorprendida, la última clase hasta galopó un poquito. Él va logrando cosas y en muy poco tiempo. “Si no hubiéramos encontrado esta terapia que cayó del cielo, no sé que hubiera pasado con Benjamín. Estoy segura que él siente: si puedo con los caballos, ¿cómo no voy a poder con lo demás?”, cuenta emocionada y orgullosa Estela, mamá de Benjamín Rayment de nueve años.

Su hijo empezó en 2004 a practicar equinoterapia por casualidad. El padece disfasia, un trastorno funcional por el cual “piensa más rápido de lo que habla, pero no tiene ningún impedimento físico”, explica Estela. “Él es super inteligente y detallista, pero desde que trabaja con caballos noto que se concentra mucho más”, agrega.
La primera aparición en el plano terapéutico de un equino se dio en forma azarosa, en 1901. Ocurrió en Inglaterra, en un hospital donde estaban internados varios heridos de guerra. La dama que llevó al animal hasta allí notó que los pacientes que lo montaban mejoraban más rápido (eran personas que habían sufrido amputaciones y severos daños). De manera formal, luego de ese antecedente, durante la Primera Guerra Mundial aparece el primer grupo organizado de equinoterapia.
“Los caballos tienen la capacidad de reconectarnos con nuestro ser natural, no hablan, pero utilizan un lenguaje gestual, que es el que habitualmente predomina también entre los pacientes, pues muchos de los mismos tienen dificultades en la expresión y comunicación. Entre el caballo y el paciente se genera un vínculo tan especial, que hay que presenciarlo para comprenderlo”, relata Graciela Bazzi, médica y directora de la Fundación Argentina Científica Establo Terapéutico (FACET).
La especialista señala que la condición fundamental para formar un equipo de equinoterapia, es que este debe ser multidisciplinario desde las diferentes ramas de la medicina y sus auxiliares, psicopedagogía, deporte y gente del ámbito del caballo -como veterinarios, etólogos, entrenadores y profesores de equitación-. “Todos deben estar capacitados para la actividad y saber que están tratando con personas con necesidades especiales, a las cuales no se les puede agregar ningún otro problema que por impericia, imprudencia o negligencia, pudiera ocasionarle un daño anexo al que ya tienen los pacientes por su patología”, advierte.
Con respecto a los caballos, los “mediadores terapéuticos”, Graciela nos cuenta que son elegidos por su conformación física, por su manera de marchar, por su mansedumbre y disposición para este tipo de trabajo, además de recibir un entrenamiento específico. “Por ejemplo, se los desensibiliza para que acepten las sillas de ruedas, movimientos bruscos, gritos, y otras situaciones que se pueden dar durante la labor”, explica.
La experta agrega que permanentemente se entrena a los animales y se observa si está todo en orden para que éste sea co-terapeuta. Por ejemplo, no se seleccionan caballos de sangre caliente como los de carrera, ya que tienen la velocidad en su genética y eso no es conveniente para la práctica de equinoterapia. “Entre todos -humanos y animales- hay una comunicación estrecha. Nosotros conocemos su personalidad y ellos conocen la nuestra, somos una manada y funcionamos de esta manera, con respeto y amor entre todos los que componemos este sistema terapéutico”, explica Graciela.
Fuente: Diario Salud.net.

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