Cambio climático y otras tragedias. ¿Y yo con eso?
El cambio climático se refiere a los cambios a largo plazo de las temperaturas y los patrones climáticos. Estos cambios pueden ser naturales, debido a variaciones en la actividad solar o erupciones volcánicas grandes. Pero desde el siglo XIX, las actividades humanas han sido el principal motor del cambio climático, debido principalmente a la quema de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo y el gas.
La quema de combustibles fósiles genera emisiones de gases de efecto invernadero que actúan como una manta que envuelve a la Tierra, atrapando el calor del sol y elevando las temperaturas.
Las emisiones principales de gases de efecto invernadero que provocan el cambio climático son el dióxido de carbono y el metano. Estos proceden del uso de la gasolina para conducir un coche o del carbón para calentar un edificio, por ejemplo. El desmonte de tierras y bosques también puede liberar dióxido de carbono. La agricultura y las actividades relacionadas con el petróleo y el gas son fuentes importantes de emisiones de metano. La energía, la industria, el transporte, los edificios, la agricultura y el uso del suelo se encuentran entre los principales emisores.
¿Y yo con eso?
Casi nada. Yo, tú, nosotros, en cuanto humanidad, somos responsables del calentamiento global. Aunque algunos son más responsables que otros, y en ese sentido me refiero a los poderosos del planeta: mega empresarios, con sus mega empresas, que emiten gases nocivos a la atmósfera, los gobernantes de países “desarrollados” implementando políticas que niegan el cambio climático y sus catástrofes, y gobiernos vasallos “en vías de desarrollo” (gran parte de América Latina).
Los científicos dedicados a las cuestiones climáticas han demostrado que las personas somos responsables del calentamiento global de los últimos 200 años. Las actividades humanas, tales como las mencionadas arriba, generan gases de efecto invernadero que elevan la temperatura del planeta al ritmo más rápido de los 2000 años pasados.
La temperatura media de la Tierra es ahora 1,1º C más elevada que a finales del siglo XIX, antes de la revolución industrial, y más elevada en términos absolutos que en los últimos 100.000 años. La última década (2011-2020) fue la más cálida registrada. En esa línea, cada una de las cuatro décadas últimas ha sido más caliente que cualquier otra década desde 1850.
Mucha gente piensa que el cambio climático significa principalmente temperaturas más cálidas. Pero el aumento de la temperatura es sólo el principio de la historia. Como la Tierra es un sistema, en el que todo está conectado, los cambios de una zona pueden influir en los cambios de todas las demás.
El cambio climático puede afectar a nuestra salud, a la capacidad de cultivar alimentos, a la vivienda, a la seguridad y al trabajo. Algunos de nosotros ya somos más vulnerables a los impactos climáticos, como las personas que viven en pequeñas naciones insulares y otros países en desarrollo. Condiciones como el aumento del nivel del mar y la intrusión de agua salada han avanzado hasta el punto de que comunidades enteras han tenido que reubicarse, y las prolongadas sequías están creando un riesgo de hambruna. Se prevé que en el futuro aumente el número de “refugiados climáticos”.
Las inundaciones en Rio Grande do Sul son una muestra contundente, de que si bien somos todos responsables, hay algunos que son más responsables que otros. Los “otros” son los poderosos que explotan la tierra, el ecosistema para “sacarle jugo” a las riquezas naturales, con el abjecto objetivo de generar lucro, cada vez más lucro, para sus empresas y multinacionales. En ese juego de poderes el estado nunca es neutro. En el caso de Brasil, las posiciones son muy claras, de un lado los “negacionistas” del clima, por otro los que buscan soluciones para las tragedias derivadas de las inexistentes políticas ambientales de prevención de catástrofes. Los números al día de hoy 29/05/2024, impresionan: Intendencias afectadas: 471, Personas abrigadas en espacios públicos: 47.651, Desalojados: 581.638, Afectados: 2.345.400, Heridos: 806, Desaparecidos: 44, Óbitos confirmados: 169, Personas rescatadas: 77.729, Animales rescatados: 12.527.
Las consecuencias del cambio climático incluyen ahora, entre otras, sequías intensas, escasez de agua, incendios graves, aumento del nivel del mar, deshielo de los polos, tormentas catastróficas, disminución de la biodiversidad, e inundaciones, sobre todo inundaciones, que afectan también a Uruguay (según datos del SINAE del 28 de mayo) siendo que actualmente permanecen en situación más complicada Paysandú y Salto.
De acuerdo al último relevamiento, todavía permanecen 1.661 personas desplazadas (193 están en condición de evacuadas y 1.468 en calidad de autoevacuadas), del pico de 4.209 registrado el 11 de mayo. De ese total, 1.110 a Paysandú, 70 a Artigas, 370 corresponden a Salto, 39 a Soriano, 39 a Tacuarembó y 33 a Cerro Largo.
Cada aumento del calentamiento global es importante
Según los últimos informes de la ONU, miles de científicos y revisores gubernamentales coincidieron en que limitar el aumento de la temperatura global a no más de 1,5º C nos ayudaría a evitar los peores impactos climáticos y a mantener un clima habitable. Sin embargo, las políticas actuales apuntan a un aumento de la temperatura de 2,8º C para finales de siglo.
Las emisiones que provocan el cambio climático proceden de todas las partes del mundo y afectan a todos, pero algunos países generan mucho más que otros. Los siete mayores emisores – China, Estados Unidos, India, la Unión Europea, Indonesia, Rusia y Brasil – fueron los causantes de la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel mundial en 2020. Todo el mundo debe tomar medidas en lo que respecta al clima, pero las personas y los países que crean más problemas tienen una mayor responsabilidad para actuar primero.
Muchas soluciones al cambio climático pueden aportar beneficios económicos al tiempo que mejoran nuestras vidas y protegen el medio ambiente. También contamos con marcos y acuerdos globales para guiar el progreso, como los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y el Acuerdo de París. Hay tres amplias categorías de acción: reducir las emisiones, adaptarse a los impactos climáticos y financiar los ajustes necesarios.
El cambio de los sistemas energéticos de los combustibles fósiles a las energías renovables, como la solar o la eólica, reducirá las emisiones que provocan el cambio climático. Pero tenemos que empezar ya mismo. Aunque una coalición cada vez más numerosa de países se compromete a alcanzar las emisiones cero para 2050, alrededor de la mitad de los recortes en las emisiones deben producirse antes de 2030 para mantener el calentamiento por debajo de 1,5º C. Este logro requiere grandes reducciones en el uso de carbón, petróleo y gas. Para evitar consecuencias climáticas catastróficas, para antes de 2050, debemos reducir en más de dos tercios la extracción de las reservas actuales confirmadas de combustibles fósiles.
La adaptación a las consecuencias del clima protege a las personas, los hogares, las empresas, los medios de subsistencia, las infraestructuras y los ecosistemas naturales. Abarca los impactos actuales y los probables en el futuro. La adaptación será necesaria en todas partes, pero debe darse prioridad ahora a las personas más vulnerables y con menos recursos para hacer frente a los riesgos climáticos. Los sistemas de alerta temprana de catástrofes, por ejemplo, salvan vidas y bienes materiales. Lo que infelizmente, no se pudo constatar en las trágicas inundaciones en Rio Grande do Sul.
Fuentes: ONU – Acción por el Clima / Informes del SINAE Uruguay / Informes RGS-Brasil.