Rivera, lunes 11 de noviembre de 2024

Adiós al “Gaucho Bueno”, Don Martín Padern

Adiós al “Gaucho Bueno”, Don Martín Padern(Por Mario Píriz) En la jornada de ayer, jueves 20 de diciembre del 2012, a los 89 años, falleció Don Martín Padern, para muchos el último gran caudillo blanco del norte uruguayo; para el pueblo, el “Gaucho Bueno” como dijo José Batlle y Ordóñez de Aparicio Saravia. Había nacido el 2 de junio de 1923 allí en las ondulaciones formadas por la unión de las Cuchillas de Haedo y Negra en un hogar de trabajadores rurales. Con el tiempo se convirtió en el hijo ilustre de la escuelita rural de La Palma, donde cursó hasta tercer año, completando así todo el ciclo académico que hizo en toda su vida.
Su niñez, adolescencia y juventud las vivió como todos los hijos del pueblo de esa primera mitad del siglo pasado, alimentado por la mística del trabajo duro, el calor del hogar de rancho de palo a pique, y la fraternidad humilde de los pobres compañeros, compartiendo la lucha y el pan de la vida.
Conoció por mérito propio todos los oficios del campo, pero la vida lo llevó a desempeñarse como hábil carbonero. Protegido por un “bendito” o “aripuca” al borde del monte, gran parte de su vida la pasó hacha en mano cortando los árboles de madera dura, armando el horno y quemarlo luego en el tiempo adecuado. Hecho el “oro negro”, Martín bajaba al pueblo cercano, donde entraba, a caballo, de bombacha y botas, picaneando la yunta de bueyes que arrastraba la vieja carreta. Y como todo gaucho fronterizo al igual que don José Artigas, supo arañar parte de su sustento contrabando de a “kilos la esperanza” al decir de Osiris Rodríguez Castillo. Ya adulto, se transformó en pequeño productor rural en campo arrendado. Nació, vivió y murió con la dignidad de un trabajador pobre.
Con el tiempo, le creció un alero al rancho, se casó y nacieron tres hijos, un varón y dos mujeres. El varón afectado por una enfermedad, se fue casi adolescente. Más tarde, una tragedia le llevó la esposa. Con las dos niñas armó un nuevo hogar, junto a doña Chinita Echeverrito, su primera novia de adolescentes. En los minutos finales de su vida, allí estaban acongojadas pero firmes esas tres mujeres, nietos y demás descendientes.
Dice la gente del pueblo, que con aquella bala que mató en 1904 a Aparicio Saravia en Masoller, estalló una luz que bajó por las cuchillas y blanqueó para siempre el alma popular. Y Martín Padern hijo de esa luz, con pasión ciudadana la multiplicó generoso, y se erigió en este norte uruguayo, en uno de los últimos símbolos de la rebelión republicana de los de abajo, de los proletarios del campo. Ayer a la tarde, el caudillo, el gaucho bueno, fue sepultado en el panteón de la familia Saravia, como si aún después de muerto, seguir en la huella del Águila Blanca.
Miembro del Honorable Directorio del Partido Nacional presidido entonces por Wilson Ferreira Aldunate, fue destacada dirigente nacionalistas durante los últimos cincuenta años. Presidió la agrupación blanca más antigua del país, la emblemática lista 15, y tuvo el honor en vida de que otra agrupación blanca, la lista 400, llevara su nombre.
Intendente de Rivera, fue querido por muchos y respetado por todos. Ayer sus restos fueron velados en el atrio del edificio de la Intendencia, al son de la marcha Tres Árboles, en una ceremonia presidida por el Intendente colorado Dr. Marne Osorio, que con su equipo de gobierno, resolvió tributar un sentido homenaje a quien considera el último gran caudillo blanco del departamento y expresión cívica de democracia, republicanismo, austeridad y servicio al pueblo.
En el cementerio central, frente al panteón que guardan sus restos, hicieron uso de la palabra la dirigente blanca Marlene Duarte, el senador Dr. Jorge Larrañaga, y el presidente del Directorio nacionalista, senador Luis Alberto Heber, quien trajo el saludo del ex-presidente de la República, Dr. Luis Alberto Lacalle, agradeciendo emotivamente al Dr. Marne Osorio y su equipo de gobierno, la organización y realización del homenaje a don Martín Padern.

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