Rivera, lunes 25 de noviembre de 2024

Edil Román Taroco se refirió a la trágica muerte de soldado en ruta Nº 5

En oportunidad de hacer uso de la palabra en la media hora previa de la Junta Departamental el edil Ramón Román Taroco se refirió a la trágica muerte del soldado Oscar del Pino en siniestro ocurrido en ruta Nº 5.
“Sr. Presidente, el viernes próximo pasado nos despertamos con la triste noticia de que un camión del Ejercito Nacional, había volcado en el K480 de la Ruta 5 y que había fallecido un soldado y otros tantos se encontraban internados en el hospital local con lesiones de consideración.
Inmediatamente comenzamos a razonar y a sacar conclusiones sobre lo sucedido. Primer razonamiento, los que estuvimos en el Ejercito más allá que fuimos músico de banda militar, tenemos claro que el soldado, he inclusive el músico de banda, están entrenados para la guerra y la defensa territorial de la nación.
Los soldados se rigen por un reglamento disciplinario (R.21), y por el Código Penal Militar. En el Ejército, las órdenes se dan y se cumplen, sin vacilaciones, poniendo de manifiesto toda la voluntad necesaria para su buen cumplimiento. La disciplina se relaciona entre el derecho de mandar y el deber de obedecer.
Este razonamiento, señor Presidente y señores ediles, fue lo primero que nos vino en la mente cuando se comienza a cuestionar la forma en que son trasladados los efectivos militares. No les queda otra que dar cumplimiento a la orden recibida. Este lamentable episodio es uno más de los tantos que han ocurrido en diferentes situaciones, siempre por dar cumplimiento a una orden.
El soldado uruguayo es el funcionario más mal pago del país, y por supuesto también rechazado por una buena parte de la sociedad, que inclusive hablan de terminar con el ejército, pero sigue siendo ‘palo para toda obra’, ante una situación de emergencia, a los primero que echan mano, es a los soldados, y cuando hablo de soldados hablo de todos, desde el soldado de 2ª clase hasta el comandante de una unidad, porque las ordenes vienen por una línea de mando y todos las tienen que cumplir.
Sr. Presidente, hace un par de días veíamos la llegada de los presos a la cárcel de Cerro Carancho. Parecían turistas, arribaban en ómnibus con asiento reclinable y con aire acondicionado.
Nuestros soldados venían a custodiarlos dando cumplimiento a una orden, viajando en un camión con asientos de madrea y el aire es el producido por el golpeteo de las lonas que cubre la carrocería.
El destino quiso que en el kilómetro 480 muy próximo a la llegada a esta ciudad, explotara un neumático y se produjera el vuelco del camión, cegando la vida del soldado Oscar Del Pino, el que deja por el camino un montón de sueños, como por ejemplo, de ver a sus hijos criados y formados, y de un día poder ampararse al retiro y disfrutarlo de los magros vintenes que le brinda el estado por los servicios prestados.
Señor Presidente, los soldados no tienen sindicatos que los proteja, se paran firme y se dirigen a sus superiores como establece el reglamento, son sancionados cuando cometen una falta, comen lo que les dan y duermen donde establezca el superior, dado la exigencia del servicio asignado.
Cientos de soldados para brindar un humilde techo para sus familias, pagan el precio de alejarse de las mismas y concurren a las misiones de paz, a los efectos de juntarse con unos pesos más, que les permita cumplir el sueño de la casa propia.
También hay que decir que han sido muchos los soldados que salieron del Uruguay con esa esperanza y volvieron en un cajón envueltos en el Pabellón Nacional, quedando por el camino todos sus sueños.
Creo, señor Presidente, que es época de dignificar la vida del soldado. Pagarles mejores salarios, brindarles más comodidades para cumplir funciones extras como la de custodiar las cárceles, no utilizar el soldado en funciones que no sean la de colaborar en la seguridad interna y la seguridad territorial de nuestro país, porque al final de cuentas el soldado es el auxilio inmediato al que acude el propio gobierno cuando tambalea la paz y peligra la integridad y la soberanía del país.
Es hora de que la Justicia uruguaya y algunos sectores políticos dejen de mirar para atrás condenando a nuestro ejército. El soberano ya laudo esas diferencias, el Presidente de la Republica, guerrillero de ayer, hoy es el Comandante en Jefe de las armas; por tal motivo, es tiempo de dejar de ‘lamernos las heridas’ porque en los dos bandos quedaron cicatrices.
Dijo nuestro prócer José Gervasio Artigas, ‘Sean los Orientales tan ilustrados como valientes’.
Debemos de demostrarle al General, que realmente somos así, pero para eso es necesario que nuestros soldados sean tratados como verdaderos ciudadanos, porque son hombres y mujeres que han optado por usar un uniforme y defender la patria que otrora nos legaron otros soldados”, concluyó.

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