Declaraciones partidarias tras el acto eleccionario y previo al balotaje
FRENTE AMPLIO: “Vale la pena”
Los uruguayos se han pronunciado luego de una larga campaña electoral, han decidido que tendremos que ir a las urnas, el próximo 29 de noviembre, para elegir el nuevo Presidente de la República.
Es un nuevo reto, nos reclama un nuevo esfuerzo, pero lo que está en juego es tan importante, tiene tanto que ver con nuestra historia, con los grandes retos que hemos asumido, que vale la pena ponernos nuevamente en marcha. Hacemos un pequeño alto en nuestro camino, reflexionamos y seguiremos adelante. No tengan dudas que con más energía que nunca, seguiremos adelante. La historia de los uruguayos es una historia de sacrificios y de grandes marchas por sus ideales.
Nuestras profundas convicciones están intactas; la seguridad de que ganaremos y que habrá un nuevo gobierno de izquierda siguen allí, inconmovibles, serenas y seguras.
Este resultado nos da muchas lecciones y nos marca caminos, responsabilidades, obligaciones y exigencias de mucho mayor rigor de parte de los dirigentes. A la hora de gobernar, de pensar el país con mirada estratégica, de renovar la construcción del Frente Amplio.
Siempre está presente nuestra cuota de autocrítica, porque ése debe ser siempre un rasgo distintivo de la izquierda. Nada de soberbia, nada de infalibilidad, todo lo contrario; asumamos plenamente nuestros aciertos y nuestros retrasos y nuestros errores.
Seguimos convencidos que éste ha sido el mejor gobierno que ha conocido el país en muchas, muchas décadas. Y que difícilmente un uruguayo vivo haya conocido otro gobierno con mejores resultados económicos, sociales, culturales, educativos. Y nuestra tarea principal, en las próximas cinco semanas, es precisamente ésa: transformar este balotaje en un gran plebiscito sobre nuestro gobierno, sobre el primer gobierno progresista y sobre el proyecto nacional que ya estamos construyendo.
Durante este gobierno hemos acumulado una lista interminable de hechos, de resultados, de cambios, que son la base para nuestra argumentación.
Tenemos un proyecto nacional, un conjunto de grandes objetivos programáticos cuyo mejor resumen lo hizo el propio presidente Tabaré: podemos ser un país desarrollado. Y ése es nuestro objetivo, la síntesis posible y optimista de nuestros programas y de nuestro plan de gobierno.
Un proyecto nacional, profundamente uruguayo, es decir un país más rico, más justo en la distribución de la riqueza, más educado, más culto y más democrático y libre. Ya demostramos que podemos y vamos a continuar y a profundizar los cambios.
El proyecto nacional será otro de los ejes de nuestra campaña y quiere decir que en cinco años el Uruguay superará los 45 mil millones de dólares de PBI; es decir, creceremos otro 30%, para lo cual necesitamos reducir la desocupación a menos del 5%, o sea 200 mil nuevos puestos de trabajo, más calificados y con mejores sueldos y por lo tanto más y mejores pasividades. Todo esto con otra importante reducción de la informalidad.
Un Uruguay con una mejor distribución de la riqueza, más movilidad social y mejores oportunidades y donde las mujeres y los hombres tienen que recibir por igual función el mismo salario, donde la pobreza se sitúe por debajo del 10% de la población y no haya indigencia.
Un país desarrollado tiene que tener mucha mejor seguridad, menos robos, menos, rapiñas y violencia doméstica, y por lo tanto destinaremos los recursos humanos, financieros y técnicos para alcanzar este objetivo.
El proyecto nacional se basa en una educación de calidad en todos sus niveles, en el uso intensivo de la tecnología, de la producción de conocimiento e innovación, en un sistema de salud extendido a jubilados y pensionistas y en la mejora constante de la calidad de la atención y prevención en la salud.
Un proyecto nacional es estrategia, es tener horizontes, de los que este país ha carecido durante muchas décadas. El Uruguay tuvo en las primeras décadas del siglo pasado un proyecto que nos puso a la vanguardia, no sólo de nuestra región.
Un proyecto nacional es un Estado honesto, transparente, con leyes como las que aprobamos y seguiremos impulsando de control del sistema financiero y de mayor exigencia en la honestidad de los gobiernos.
El próximo 29 de noviembre hay tres preguntas que deberemos contestar las uruguayas y los uruguayos, y no hay tarea más importante que colocar estas tres interrogantes en el centro del debate nacional, del diálogo con nuestros compatriotas, de la capacidad de movilización y entusiasmo de los ciudadanos que participan de esta campaña:
Primero: ¿Cuál es el balance que hacemos los uruguayos de estos cinco años de gobierno progresista, del gobierno de Tabaré? ¿Cumplimos o no cumplimos en lo fundamental con los cambios prometidos? ¿Se vive igual, peor o mejor que antes?
Segundo, ¿Están de acuerdo o son contrarios al proyecto nacional que comenzamos a construir en estos años de gobierno, sacando el país de aquella terrible crisis, logrando que la crisis internacional no nos afectara, o quieren volver al Uruguay de las crisis y de la decadencia, de la falta de estrategias y sin objetivos de desarrollo?
Tercero, ¿las uruguayas y los uruguayos vamos a seguir aceptando los años de prédicas de parte del poder tradicional sobre nuestra mediocridad, sobre nuestros complejos de enanos, sobre la falta de empuje e imaginación que minaron nuestra confianza? ¿O vamos a seguir construyendo confianza dentro y fuera del país, en el Uruguay?
La victoria está en seguir forjando una fórmula presidencial que se complementó y trabajó unida, con compañerismo y con sentido nacional. Una fórmula que ha sido capaz de construir una representación social, política y cultural colectiva y muy amplia.
Pero la victoria está, sobre todo, en las manos que nos trajeron hasta aquí, en los ciudadanos que a lo largo del país se entusiasmaron, se movilizaron, se ingeniaron de mil maneras para seguir impulsando un gobierno progresista y del cambio. Sin ustedes, nada hubiera sido posible.
Sin ustedes, no hubiéramos llegado hasta aquí y con ustedes triunfaremos en noviembre y el 2 de marzo habrá un gobierno de continuidad y más cambios, un gobierno de todos los uruguayos, abierto al diálogo, que asegure la estabilidad económica, la tranquilidad y la estabilidad política.
No se aprobó la anulación de la ley de impunidad y eso nos duele no sólo política e institucionalmente, sino sobre todo en el plano humano; porque la iniciativa surgió desde la sociedad civil, desde las organizaciones defensoras de los derechos humanos, y desde las heridas – todavía abiertas y dolorosas – que nos dejó la dictadura.
Tendimos la mano antes de las elecciones a toda la sociedad y a los partidos políticos sobre cuatro grandes temas nacionales y lo volvemos hacer ahora con el espíritu abierto. Sabemos que nuestro principal compromiso es con el pueblo uruguayo, con sus conquistas y sobre todo, con sus sueños posibles y optimistas.
Uruguayos y uruguayas volveremos a festejar no tengamos duda; pero para ello, ahora, debemos trabajar duro nuevamente, pensar y dialogar con todo nuestro pueblo.
Vamos por más. Todos juntos.
Danilo Astori
PARTIDO NACIONAL: “Declaración a todos los Uruguayos”
Los ciudadanos se expresaron y su decisión recibimos con calma y serenidad.
Ese estado espiritual es fruto de conocer, a cabalidad, la enorme responsabilidad que nos cabe en esta hora.
Es también consecuencia de que no nos creemos superiores a nada ni a nadie, sino simplemente preferidos para comparecer en una segunda vuelta.
Cabe entonces saludar al Partido Colorado, Frente Amplio, Partido Independiente y Asamblea Popular, por el respaldo que han obtenido y que los ubica como depositarios de la ciudadanía que merece todo nuestro respeto.
Dos fórmulas, de las cinco que se presentaron en esta primera vuelta, compareceremos dentro de un mes.
En esta circunstancia y no sólo por imperativo constitucional sino por comprender en profundidad la razón de nuestro sistema electoral, compareceremos sin lema. Simplemente dos fórmulas, desprovistas de colores partidarios, bajo una sola bandera, la de la Patria.
Los uruguayos deberán decidir en un mes entre Luis Alberto Lacalle y Jorge Larrañaga, o José Mujica Cordano y Danilo Astori.
Son dos modelos distintos en ideas, en experiencia y en estilos.
Nosotros transcurrimos con un sentido positivo en la vida política y personal.
Nos guía un sentido exclusivamente nacional en la acción del gobierno, es decir que decidimos independientemente de cercanías ideológicas o políticas con cualquier otro país y sus gobernantes. Para nosotros solo prima el interés de los orientales.
Reivindicamos la unidad nacional entorno a los problemas de los uruguayos, que no se dividen por color político. Las víctimas de la inseguridad y los que no tienen techo, no tienen partido; los niños merecen una mejor educación pública, simplemente por ser uruguayos y ser nuestro presente; y la angustia del jefe o la jefa de hogar sin trabajo es nuestra angustia.
Creemos en la integración de los uruguayos y en la cooperación para superarse. No creemos en la lucha de clases como motor de la historia.
Creemos indispensable recuperar valores y principios perdidos: el del esfuerzo para superarse, el del respeto entre los uruguayos y el de una sociedad que cuida a sus niños y da amparo a sus abuelos.
Fuimos una Nación que recibió a nuestros mayores que venían a construir su futuro en este crisol de culturas que se llama República Oriental del Uruguay, aspiramos y los convocamos, entonces, a que nos respalden para volver a construir el Uruguay de las oportunidades.
Creemos tener, con humildad lo decimos, la experiencia y la capacidad necesaria para cumplir a cabalidad las responsabilidades de gobierno.
En lo que respecta a las funciones del Presidente de la República, entre otras: la de conservar el orden y tranquilidad en lo interior y la seguridad en lo exterior como ordena la Constitución de la República, y también la de ejercer el mando superior de las Fuerzas Armadas y dirigir la política exterior. Son tareas para las cuales hay que estar preparados y seguros, no se puede improvisar, gobernar es cosa seria.
En lo que concierne al diálogo necesario con los restantes partidos políticos creemos tener el equilibrio indispensable para articular la pluralidad de opiniones que goza nuestra sociedad y dar cabida a todos los uruguayos. Será esa una función esencial del vicepresidente de la República en su calidad de presidente de la Asamblea general.
Por eso compatriotas, en la serenidad del veredicto recibido, asumimos la responsabilidad de buscar representar a todos los orientales.
Somos paz, certeza, seguridad y equilibrio.
Una única bandera nos identifica, ella nos cubre y nos iguala y a ella nos debemos.
A la lucha por la unidad del Uruguay, por la paz entre los uruguayos. Por el futuro de todos. Por la esperanza. Por la construcción Nacional.
Sala de Sesiones, Montevideo, 25 de Octubre.