Una sonrisa para Tacuarembó en el final del campeonato
TACUAREMBÓ (Especial para NORTE por Gustavo “Tato” Rivero) En un partido muy pobre, sin entusiasmo alguno, sin vibración, casi en familia, con muy pocos espectadores en el “Raúl Goyenola”, los rojiblancos apenas pudieron ganar con un gol de penal en la hora de finalización del partido.
Mercedes se olvidó del partido, jugaron los que nunca habían jugado y la figura del equipo blanco fue el recordado Mauricio Martínez, el de los zapatos blancos, el que ponía la pelota en la nuca, el mismo cuya novia recogió firmas en todo el país para que lo citaran a la selección nacional pero sin éxito.
Los locales llegaron a la diferencia antes de la primera media hora con un gol de Martínez Canabarro y otro de Martín da Silveira.
Antes de la finalización de la primera parte el equipo de Mercedes se quedó con diez por la expulsión de Porley quien cometió un foul como último recurso ante lo que sería un golazo de Gonzalo Sanguinett que ya había eludido a seis rivales y se enfrentaba al meta Berriel.
Pero con diez Mercedes logró el descuento antes del cuarto de hora del complemento y comenzaba la incertidumbre.
El propio Martín da Silveira le volvió a dar la tranquilidad que deseaba el equipo rojiblanca y la escasa gente en la tribuna.
Cuando faltaban quince minutos, el goleador mercedario Edison Gómez anotaba un golazo y nuevamente la incertidumbre se apoderaba del estadio y del resultado final del partido.
Un par de jugadas que Modernell salva en forma casi increíble, una pelota que se estrella en el palo y Mercedes con todo para empatar, pero no lo alcanza.
Sin embargo a seis minutos del final llega un penal totalmente innecesario de Bica ante Gómez que el propio goleador remata para llegar al empate que parecía casi inalcanzable.
Pero el partido tuvo dos minutos de adición y allí llega la mejor jugada, de Martínez Canabarro que salva Barrios, en la línea, con la mano y penal que transformó en gol Walter Pereira.
Finalmente el final del partido que sirvió únicamente para que los rojiblancos terminaran con una sonrisa, aunque en este caso, forzada.