Nuestra opinión: No sé tú, pero yo…
Yo lo sentí como una derrota. No ganarle a Artigas, a éste Artigas en nuestro propio estadio debería ser considerado como una derrota.
De nada nos sirve el punto logrado, mucho más importan los dos puntos perdidos.
Entonces viene el análisis de las razones por las cuales no se pudo ganar y nos vamos a encontrar, irremediablemente, con un mal manejo del equipo.
Se erró en la integración inicial, se erró en cada uno de los tres cambios y, en definitiva, a medida que avanzaba el encuentro nos fuimos entregando al rival que no nos ganó porque se trata de un equipo muy discreto.
Y no es una cuestión de nombres solamente porque hay que ser capaces de reconocer los errores y en este encuentro ¡vaya si los hubo!
Nos viene a la memoria a técnicos sin estuvo alguno pero con capacidad de vestuario, técnicos que eran sicólogos sin haber pasado por ninguna Facultad ni por cursos de entrenadores que por aquellos años ni siquiera existían.
Vimos a Antonio Fierro, trabajamos a su lado, a Beltrán Carrasco, a Carlos Serón y al gran Albert Etchechury, por hablar de algunos que eran capaces de leer un partido a los diez minutos de juego.
¿Por qué Albert ganó tanto? Porque era un técnico que no inventaba absolutamente nada, ingresaban los once mejores, los once hombres para cada uno de los partidos y los cambios los hacía de acuerdo a lo que le mostraba el rival.
Una vez tuvo un serio altercado con Rogelio Rivero, lo excluyó del plantel, Rogelio se fue a Tacuarembó pero Albert le pidió al presidente de la Liga que lo fuera a buscar y que sorpresivamente apareciera con él en el “Arq. Antonio Ubilla”, donde se jugaba la fecha siguiente.
Consecuencia: Rogelio fue el mejor jugador de la cancha.
No podemos inventar en nuestro fútbol donde nos conocemos todos, donde felizmente podemos decir con propiedad que vimos a todos los jugadores que jugaron el campeonato Rivera en todos los partidos y a casi todos los conocemos desde su más tierna infancia.
Creo que este es un aspecto fundamental para lograr tener un buen equipo y Rivera no lo tuvo, en este partido.
Estamos a tiempo y a pesar de los rumores, del que aún no nos vamos a hacer eco, queremos lo mejor para nuestra celeste.
Hay tiempo para cambiar y lo mejor que hay es reconocer cuando uno se equivoca.
Yo lo hago y me encanta que me lo hagan saber porque así no tropiezo dos veces con la misma piedra.
A quien le quepa el sayo que se lo ponga… ¡pero ya!