Cuando el corazón pretende obnubilar totalmente la razón

No debería ser un argumento válido, pero en muchas oportunidades nos dejamos guiar por el corazón cuando vemos en la cancha a un equipo riverense.
Pero, como en el fútbol hay lógica, es lógico suponer que un equipo salteño siempre llegará con mejores condiciones que uno de aquí, y solamente lo que nos resta es esperar que suceda algo como sucedió en Maracaná, o algún otro milagro futbolístico, que termina siendo la excepción que confirma la regla.
Entonces la lógica y la razón indicaban claramente que River Plate era superior a Huracán y que solamente el corazón no alcanzaba para igualar una diferencia enorme que hay entre el fútbol salteño y el riverense.
No podemos olvidarnos que no han sido en vano los antecedentes inmediatos de enfrentamiento entre selecciones.
Ganamos, por última vez en el Estadio “Atilio Paiva Olivera” el 21 de enero del 2023. Uno a cero fue el resultado final con un gol de Fabricio Ferreira al término del encuentro.
Después fueron cuatro enfrentamientos, aquí y allá, y perdimos todos y nos hicieron 16 goles y marcamos solamente tres.
La estadística es una ciencia y no se puede ocultar sus datos. Y lo del domingo fue exactamente eso, un equipo netamente superior al otro y los del “globito” mostraron ganas, ganas, fuerza y pundonor, pero el fútbol con una gran eficacia, incluso física, la puso el conjunto visitante.
Y conste que hay que destacar a varios jugadores de Huracán que hicieron lo imposible por obtener un mejor resultado.
Excelente, como siempre, lo de Boldrini, eficacia del “Seba” Rosas y Fernando, el aporte que le brindaron Washington Leites y Rodrigo Sena, aunque obviamente les faltaba entrenamiento junto a sus compañeros.
La salida de Marcelo Presa resintió el medio de la cancha. Antony Ramos tratando de crear primero pero luego tuvo que dedicarse algo más a la marca. La labor callada pero eficaz de Enzo Pereira y Henry Silveira.
Juan Andrés Vidarte con la mejor intención de crear, pero fue muy golpeado y ningún tiro libre como a los que a él más le gusta. Y Anderson de Freitas muy solo adelante, luchando contra todo y bajando algunos metros para tomar contacto con el balón.
Y los que ingresaron en momentos claves del partido, pero sin casi ninguna chance de poder revertir una situación adversa que comenzó a gestarse en las postrimerías del primer tiempo.
Lo que queda como enseñanza es que no se puede participar sin un refuerzo que valga la pena.
River Plate, que -hablando de Salto- no es de los más fuertes económicamente, se fue a Concordia y se trajo a los dos mejores jugadores, fue a Paysandú, donde Bidondo los conoce a todos, y se trajo al goleador Vidiella, que no anotó pero que hizo jugar, y a Bassadone, un zaguero recio, fuerte y líder, que además hizo un gol.
De Estudiantes de Tacuarembó reflotó a un salteño que se había venido al fútbol del vecino departamento, Agustín Acevedo.
Un campeonato que ha sido esquivo al fútbol riverense ni aún en los mejores años de otros equipos con muchas más posibilidades, cuando Rivera era un asiduo campeón zonal, estuvo en varias finales del Campeonato del Interior y hasta ganó los que pudo.