La noche de la certeza y el avance a la final del Interior
SALTO (Especial para NORTE por Eleazar José Silva de El Pueblo). Fue fulmíneo. Fue letal. Dejó la huella. Le mortificó el alma a Soriano Interior. Clave singular, cuando el equipo tambaleaba.
Porque en ese primer tiempo, Salto no siempre ofreció la receta de la solidez. Pero con ese Cuenca del gol, el peso mágico, indeleble, de un Salvador como él.
En ese primer grito a los 27’ cuando Flores fue limpiando el camino y Cuenca resolvió con el 1 a 0. O por los 40’ cuando se atrevió en la diablura individual, para alcanzar la sabia dimensión del que definió como había que definir. El 2 a 0.
CONTRA LOS PALOS
Y ESO DE QUERER…
O en los 30’ de la recta final, cuando Soriano Interior había alimentado la aventura ilusión con el descuento y ese Salvador de la pasión goleadora, para tocar bien sobre el poste izquierdo con el golero Germán Gómez en la estampa del desolado que admitirá su impotencia misma.
El 3 a 1 de Salto. El Salto finalista. En la “Cuenca” de ese “Salvador” por tres. Porque al fin de cuentas qué justicia misma, si en la evaluación de los 90’, el equipo de Gabriel Paique se reguló siempre para ganar y avanzar.
Fue la noche de la certeza. Una certeza que este Salto bien sabe de que se trata. Bien que supo. Y supo.
LA RAZÓN BÁSICA
¿Qué fue Soriano Interior? El instinto. ¿Qué fue Salto? La razón. Acaso, la diferencia sustantiva planteada y el desnivel producido, por más que en el arranque a Salto le resultó esquivo la propiedad de la pelota. Hasta la manejó con algún criterio, pero más que nada por el peso de la necesidad. Del imperativo.
Cuando Ruben Flores se hizo maniobra y búsqueda, Salto localizó réplica y Cuenca comenzó la senda de la amenaza incondicional. Por los 39’ con Salto ya ganando 1 a 0, el penal a José Rodríguez y Mauricio Trinidad para desviar. Cuando Cuenca se planteó la venganza y cantó el 2 a 0.
Después, y más después, Salto siempre, en los valores del equilibrio táctico. Y por más que Soriano Interior fue rebelde en la media hora final después que Bertolottti descontó de penal (mano del defensa salteño), el equipo “naranjero” lució una característica para nada adicional y más bien, eje mismo de su acción: el sentido estratégico.
Saber cuando acelerar, cuando exponerse, cuando buscar.
¡Pura estrategia! ¿Cuánto tiene que ver Paique con esta madurez conceptual que el equipo revela en el plano individual y colectivo?
La expulsión de Flores en los 28’ no alteró a Salto. Dos minutos después, el gol de Salvador Cuenca, simplemente remató la historia. La terminante historia del 3 a 1. La recompensa. Pero también la creencia.
Los gurises de la selección Sub 18. Los “paiqueboys” del sueño dorado. Más o menos así.