Rivera, jueves 28 de noviembre de 2024

La celeste no pudo superar el tercer lugar en su serie

Luego de una semana de merecido descanso para todo el personal de NORTE, volvemos con la triste novedad de la eliminación celeste del Campeonato Nacional.
Sabíamos de antemano que era muy difícil, también que clasificaba solamente uno de los cuatro de la regional Litoral Norte.
De todas maneras quedamos ilusionados con las primeras fechas hasta que perdimos el partido clásico en nuestro medio.
Lo mejor, sin duda alguna, fue en Paysandú, donde los celestes debieron haber ganado y se vinieron conformes con el empate logrado en dudoso final con expulsiones y con una acción que pudo haber sido determinante del resultado final pero no que no fue validada por el árbitro.
Sobrevinieron las expulsiones, las notas por reclamos procedentes pero sin eco alguno y la derrota ante Tacuarembó comenzó a marcar el principio del fin.
Como contrapartida llegó la victoria ante los sanduceros, en nuestro estadio, lograda a pura vergüenza deportiva pero no pasó de eso, lo demás fue lamentable y hasta triste para nuestra camiseta celeste.
En Tacuarembó casi tocamos fondo. Se sabía que la chance era muy difícil de lograr, el objetivo estaba muy lejos pero, en determinado momento Artigas, con nueve jugadores por la expulsión de dos, estaban ganando el partido pero la celeste lo perdía.
Pero, mucho más que ello, nadie quiere perder un clásico y menos de la forma que se perdió.
Está claro que no fue un partido normal, que no fue un clásico con todas las luces y ni siquiera con el diez por ciento de los aficionados que deberían estar en el estadio.
Los rojiblancos llegaron desmembrados, desintegrados y sin responsabilidad alguna.
Los celestes, aún casi sin posibilidades, había alguna chance de seguir en el certamen y fue una pálida expresión futbolística que cosechó lo que sembró, una derrota implacable e inapelable.
Duele perder de esta manera, mucho más ante Tacuarembó porque los datos estadísticos no expresarán la realidad de la situación en la tabla y solamente cuentan para que nuestra selección celeste se aleje más en la historia clásica de las victorias que en un pasado no muy lejano era favorable a los nuestros.
Cinco a dos fue el resultado final y parece exagerado pero no lo es por cuanto marca la diferencia en el partido y provocado no por las virtudes del rival sino por los defectos de los celestes.
Nunca imaginamos un final así.
Lo del “Raúl Goyenola” fue sencillamente lamentable y digno de no olvidar porque debe ser la base de un futuro que, le guste o no a la dirigencia, debe cambiar.
Una historia que se viene repitiendo desde hace muchos años y que nunca se pone en práctica por temor a los cambios.
El futuro está en los juveniles y todos lo dan la espalda al cambio.
Pero de algo estamos seguros, hasta el día que no cambiemos no se van a lograr objetivos que no quieren decir títulos.
Pero lo importante es que solamente con la renovación podrán venir los cambios que todos queremos hace muchos años y que nunca se concreta.
Los títulos serán un segundo paso en el proyecto que se debe comenzar ahora mismo sin esperar hasta diciembre.

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