Rivera, sábado 5 de octubre de 2024

La sub 18 ganó pero de nada sirvió y quedamos eliminados

Rivera fue a Tacuarembó por una misión casi imposible y no por el temor a no alcanzar un resultado positivo ante Tacuarembó sino porque no se dependía de si mismo.
Los celestes juveniles ganaron su último encuentro, era previsible y a pesar que no llegábamos en las mejores condiciones, el triunfo ante los rojiblancos era previsible porque el rival otorga muchas ventajas y había que saber aprovecharlas.
El triunfo era lo que pedíamos independiente del resultado del otro partido que, bien sabíamos, no nos iba a favorecer porque los sanduceros eran muy superiores a los artiguenses.
Teníamos que ganar aunque ello nos duela más aún porque queda claro que se pudiera haber llegado más lejos en este Campeonato Nacional.
Los celestes tenían equipo y todo a favor para seguir adelante en el Campeonato Nacional y haber logrado una mejor posición que la del año pasado.
Tacuarembó no fue rival en este último encuentro y a pesar que en determinado momento del partido nos fue ganando siempre tuvimos la certeza que la celeste ganaría el partido por errores del rival mucho más que por aciertos de los nuestros.
Esta victoria comprueba que tanto Tacuarembó como Artigas eran muy poco y aún así cometimos el grave error de perder ante Artigas un partido que pudo habernos colocado en la final de la regional.
Pero, por sobre todas las cosas, el rival era Paysandú y logramos lo más difícil que fue ganarles en su propio estadio pero perdimos en el nuestro.
Allí estuvo la clave de la derrota final porque ser segundos en una serie donde clasifica solamente uno es perder.
El partido que marcó la diferencia fue el que se jugó ante los sanduceros en nuestra propia casa y que perdimos porque nos quedamos con diez jugadores a poco del comienzo y porque cuando quisimos reaccionar con vergüenza deportiva mucho más que con fútbol el tiempo ya se había ido.
Lo de la última fecha, por lo menos para los nuestros, fue una simple anécdota donde no se jugó bien, donde no hubo seriedad en la actitud de la mayoría de los jugadores celestes y donde reiteramos algunos errores muy importantes que determinaron que durante gran parte del encuentro fuéramos en desventaja.
Aún así y porque el rival era discretísimo, pudimos, merced a un par de jugadas, la mayoría de ellas individuales, lograr una victoria que poco o nada aporta y nada más que permanecerá en el dato estadístico como prueba que en las categorías juveniles Tacuarembó es el rival más débil de la zona porque sigue priorizando la posibilidad de conquistar un jugador que les salve la economía de la participación en el profesionalismo.
Se cierra otra campaña y no solo perdimos la posibilidad de seguir sino que perdimos el camino que se había gestado en la temporada anterior cuando se terminó en la tercera posición en el torneo Nacional y lejos de importar la clasificación general, lo que más importa es que volvimos a caer en acciones que ya estábamos olvidando.
No hubo disciplina, no hubo entrega por parte de la mayoría de los celestes y hubo, en muchos casos irresponsabilidad, algo que no debemos olvidar para futuras representaciones juveniles.
Lo logrado quedó atrás, hoy volvemos a estar en el llano y hay que buscar la posibilidad de volver a levantarnos.

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