Juegos Verdiblancos: El homenaje al gran Secretario, Prof. Glenio Viera
Hace un par de semanas, el presidente de Sarandí Universitario llegó a la casa del Prof. Glenio Viera y charlaron de temas diversos hasta que, casi sobre el final de la visita, William Noble le tocó la espalda y le dijo: “Este año el homenajeado en los Juegos Verdiblancos vas a ser vos”.
La reacción lógica de toda persona es: “No, hay otros antes que yo, que merecen este reconocimiento”, pero el Presidente recién ahí le confirmó que se trataba de una decisión adoptada en la Comisión Directiva y que ya no se admitía vuelta atrás.
A partir de ese día Glenio piensa en todo momento qué pasará en Semana de Turismo. Es que son muchos, muchísimos años dentro de la sede ocupando cargos que no eran visibles, pero sí indispensables.
Horas y horas que, sumados a las de clases de geografía, se lo restaba a su familia, y la esposa, presente en el momento de la nota, se apresura a decir que prácticamente sus hijas crecieron sin ver a su padre o poder estar con él un rato porque siempre había escritos para corregir o actas para elaborar.
Todo se remonta a 1967, cuando Sarandí Universitario organizaba los campeonatos de vóleibol como parte de los festejos de su aniversario a fines del mes de octubre.
Glenio, un chico escolar que concurría a la vieja Escuela Nº 7 de calle Brasil, y tenían un cuadro; fueron campeones por dos o tres años consecutivos y hasta participaron en un campeonato donde participaron la Nº 7 de Rivera, la 7 de Tacuarembó y la 7 de Durazno, que fue quien salió campeona.
Un equipo donde estaban el “Negro Lecca”, Martín “Quinca” Rodríguez, el “Pocho” Sghirla, Nelkis Silveira, Mello y Jonas. La conducción técnica del equipo era de la Mtra. Gladys y el Mtro. Pancho Goldaracena.
“Esa fue la primera vez que entré a Sarandí Universitario y salí con el título de campeón”, dice Glenio Viera.
Se acostumbró y conformaron un equipo de fútbol que jugaban campeonatos en la cancha de arena en la sede verdiblanca. Ese equipo se denominaba Estrella del Norte, y estaban Yamandú Rosa, Héctor Sabatina, el “Flaco” Avenatti, “Nacho” de Mello, el “Ronco” Viera, Dinamar Queiroz, y “jugábamos con alpargatas Rueda”.
Los recuerdos lo llevan hasta el día que Dinamar hizo un gol que abolló el portón de entrada por Atilio Paiva Olivera, que estaba detrás del arco: “le pegaba muy fuerte a la pelota”.
En ese entonces Glenio jugaba en Huracán, en la Tercera Especial. Comenzó exactamente el día que se fue Benicio Cardozo. “A mí me encantaba como jugaba Benicio y el día que íbamos a jugar juntos él se fue”.
El director técnico de ese equipo era Don Carlos Serón. Glenio era lateral y mediocampista. En Huracán jugó en Primera y recuerda los repechajes jugados ante Ferro Carril, que terminaron perdiendo.
En 1972 ya había jugado en los Juegos Verdiblancos, y lo vieron y fueron a buscarlo. Se vino a Sarandí Universitario junto a Edgar de los Santos y Servando Olivera.
El director técnico del momento era Eolo Cerón; estaba en el plantel de Tercera. En ese grupo estaban, entre otros, Roberto Dante Rodríguez, Gastón Machado, Erón Machado, Guilmen y José Heber Sabaní, Héctor Araújo, Héctor Sabatina, Sergio Castro, Nolberto Torralba, Nery Coitiño, Hugo Alvez, Yamandú Rosas, Oscar Lara, Walter Delco Suárez Bernardo Freitas, Gustavo Guedes Damián Seleguín… y cuando estaba listo para jugar en Primera, el técnico se fue a Paso de los Toros y asume Mario “Xixí” Basualdo que pone en la cancha a jugadores con experiencia, los que él conocía, Sabatina, Casadei, Olmes dos Santos, Araújo… en fin.
Fue integrante del equipo campeón en los 5º Juegos Verdiblancos en homenaje al Cnel. Elbio Forteza. Era el equipo 4 liderado por Marito Álvarez, y en ese equipo estaban Héctor Sabatina, Luis G. Normey, Roberto Rodríguez, Jesús Dutra, Baltasar Lalús, Dimanar Queiroz, José Sandín, Canabarro, en fin, eran los mayores.
Al año siguiente lo llama Nacional y se va a los tricolores, recordando con mucho cariño a Juan D. Pereira (el “Basora”) donde se reencontró con Martín Rodríguez, que hasta fue técnico del equipo, y estaba además el “Chongo” Piñeiro. Estaba cursando sexto año de Secundario y se lesionó; Manuel Rodríguez lo masajeaba antes de ir a clase.
En 1974 volvió a Sarandí Universitario y fue presidente de la Comisión Juvenil, donde además actuaban como vicepresidente Arosteguy, como secretaria Ana María Lara, pro secretario el “Fideo” Rodríguez, tesorero García Pagola.
Comienzan a desarrollarse los recordados bailes dominicales “Keops” donde no se podía ingresar con championes o alpargatas y las chicas no podían salir, de ninguna manera, a la calle durante los bailables.
Con lo que se recaudaba en los bailables se pudo pagar la deuda que la institución mantenía con MUDER (Músicos Unidos de Rivera). Luego de pagar esa deuda comenzaron los superávits, que llevaron a que la Comisión tuviera una cuenta propia en UBUR.
Bernardino Freitas lo llevó como Secretario de Actas y ya no se movió del cargo hasta que se fue a Montevideo, a estudiar en la Facultad de Humanidades en el área de Geografía. Volvió a nuestra ciudad en el año 1985. Ya se había casado en 1982 con Nilva Correa (la “Flaca”) y con una hija, Fabiana. Luego nació Carolina aquí en nuestra ciudad.
Luego de finalizado sus estudios se presentó a un concurso donde habían más de 300 participantes y terminó en tercer lugar. Pudo elegir y se vino a Rivera presentándose al Liceo Nº 3 cuando eran los últimos días del Mayor Rafael Bertrín como Director. Luego asumió la Prof. Agar Simoes y Glenio, por orden de Inspección, pasó a ser Profesor de Geografía del Liceo “Juan Antonio Lavalleja”. También trabajó en UTU y un Liceo privado.
Ya instalado profesionalmente, en Sarandí Universitario el Presidente era José Federico Díaz, que lo llamó para ocupar el cargo de Pro Secretario, pero a la segunda o tercera reunión, ya estaba actuando como Secretario. Luego volvió Bernardino Freitas, el “Flaco” Avenatti, Yamandú Rosas, y el primer mandato de William Noble, en el 2013, fueron los presidentes con los cuales trabajó.
“Cuando falleció Bernardino aproveché la oportunidad para decir que ya había cumplido un ciclo. Para todo hay una edad y estimaba que ya había cumplido mi ciclo”, cuenta. Unos años más tarde fue homenajeado, recibiendo el título de socio honorario de la institución verdiblanca.
Como Secretario tiene varios momentos inolvidables. Como por ejemplo cuando Luis Alvez Mello lo llevó como vicepresidente de la Comisión Directiva.
Pero tiene un gratísimo recuerdo desde que se compró el predio campestre y Glenio se iba con Nilva, en su Chevette azul, a tomar mate y juntar algunas ramas para encender el fuego de la estufa, en un rincón donde había un pequeño curso de agua y pensaba “qué lindo seria tener una piscina aquí”.
Tiempo después Sarandí Universitario inauguraba la piscina y para él, que aún era Secretario del club, era como un sueño cumplido.
No olvida que un día se encontró, en el centro de la ciudad, con José Federico Díaz que lo paró y le preguntó si aún continuaba como Secretario del club y ahí se dio cuenta que ya se terminaba el ciclo y trató de dejar el cargo lo antes posible.
Y Glenio, como cada uno de los que ya han sido homenajeados, consideraba que había otros que merecían estar antes que él en la fila de los que son reconocidos por la institución. Ahora sabe que se avecinan momentos muy difíciles desde el punto de vista sentimental y hay que ser fuertes para soportarlos sin llorar.