Fútbol callejero para la integración social
Jugar al fútbol es divertido y además puede ayudar a otros. Pasión y euforia en torno a un balón no sólo se dan en los grandes estadios.
Al contrario, quizás las mayores pasiones futbolísticas se desaten en la calle, en un partido entre niños de un barrio o en un terreno baldío a la vuelta de la esquina.
Con una pelota de cuero, de plástico o de trapo, con arcos improvisados, marcados con dos piedras o dos palos enterrados en la tierra.
El fútbol callejero es un imán para grandes y chicos, en todo el mundo. Por ejemplo en Irak. Bernd Stange, ex entrenador de la selección de Irak, recuerda: “si se sube al techo de un edificio alto, un hotel, por ejemplo, y se mira hacia las calles, se ve que en todo terreno baldío o playa de estacionamiento vacía, niños y adultos juegan al fútbol.
Con pelotas viejas. Ése es el semillero del fútbol iraquí: el fútbol callejero”.
FÚTBOL POR LA PAZ
El objetivo es ayudar a la juventud del mundo. Los responsables de la tarea están convencidos de que la atracción del fútbol es tan grande en todo el mundo, que ese deporte bien puede cumplir funciones de catalizador para impulsar importantes procesos sociales.
Los proyectos de fútbol callejero, agregan, no sólo pueden integrar a jóvenes socialmente desfavorecidos, sino también tender puentes de entendimiento entre los pueblos, por ejemplo en el Oriente Próximo, donde el “Peres Center for Peace”, fundado por el Nobel de la Paz israelí Shimon Peres, financia desde hace varios años escuelas de fútbol para niños israelíes y palestinos.
Actualmente son unos ciento cincuenta mil jóvenes, en unos cincuenta proyectos.
Por ese sencillo motivo es que se utiliza al deporte como herramienta de convocatoria, tomar la calle como patio delantero de nuestras casas es nuestro objetivo, porque sabemos que la calle es peligrosa porque no estamos nosotros, esa vieja historia de sacar a los chicos de la calle nos dejó sin el encanto de ella. Más información en la edición impresa.