Es muy difícil asumir una derrota pero los perdedores cayeron de pie
Aunque nada se mencionaba para evitar malos recuerdos en instancias de definición, los que tienen buena memoria y no olvidan los hechos sucedidos, recordarán que hay muchas derrotas que traen aparejado situaciones realmente complicadas.
Sin ir muy lejos en la historia, el año pasado, cuando Oriental eliminó a Huracán y clasificó a las instancias finales hubo algunos inconvenientes (en la fotografía) al final que motivaron expulsiones y se requirió la intervención de algunas personas con cabeza fría para tranquilizar a muchos jugadores del equipo que quedaba por el camino.
La suerte cambió y un año después quien logra el pasaje a la final fue el “globito” y absolutamente nada pasó. Oriental asumió la derrota con dignidad y luego de un instante de congoja por la derrota, la mayoría de los jugadores del azul se fueron a estrechar en un abrazo con sus compañeros del “globito” en lo que debe ser una verdadera fiesta del deporte porque la rivalidad está en la cancha, pero solamente durante los noventa minutos cuando cada uno hace su parte para el triunfo de su equipo.
El resultado ya estaba, la eliminación consumada, absolutamente nada aportaba un hecho agresivo para con los jugadores de Huracán.
ACTITUD LOABLE
La de Luis Alberto Souza cuando transcurrían apenas 17 minutos del primer tiempo y un jugador de Huracán se va contra el árbitro, llega a aplicarle un cabezazo y el “Tati” corre para separarlo inmediatamente tranquilizándolo.
Si lo hubiera dejado seguramente se consumaba una agresión y Huracán se quedaba con un jugador menos cuando restaba muchísimo para el final del partido y aún estaban empatados sin goles.
FELICITACIONES AL DECANO
Lavalleja fue el otro perdedor y también cayó de pie, único equipo al que Peñarol no pudo ganarle y jugaron tres partidos.
Pero terminó el encuentro y los albinegros se estrecharon en un abrazo con los aurinegros y los técnicos también se saludaron.
Mucho más que eso, la hinchada desde la tribuna, siguió alentando a los suyos como un justo reconocimiento a lo que los jugadores habían hecho en el campo de juego y no solo en este partido sino a lo largo del año.
Este es el clima que deseamos y queremos ver en una cancha de fútbol donde, con el pitazo final, todo se termina como se terminó en esta instancia.