Mauricio Lemos: De llegar en chinelas al Franzini hasta el mundial de Nueva Zelanda
Quiso el destino que el campeón del Mundo fuera Serbia, a quien la celeste derrotó, y la final la jugó ante Brasil, que empató ante nuestro equipo.
Ese día Mauricio hizo un gol de penal con toda la tranquilidad y conversando con los brasileños que buscaron ponerlo nervioso. Después las lágrimas, la desazón y la injusticia deportiva.
El viaje a nuestro país y al llegar, con el “sueño cambiado”, se vino a nuestra ciudad, a refugiarse en los amigos y en la familia. Tres días tardó en retomar la normalidad con el reloj biológico.
Mauricio nos contó todo, desde sus comienzos cuando ni siquiera su padre como técnico de equipos de baby fútbol lo equipaba porque no podía con la pelota, hasta un viaje inesperado a Montevideo para un cumpleaños de su prima.
Allí surge, como sin querer, la gran posibilidad, precisamente un día que fue a un entrenamiento de su hermano y lo ve Juan Ahuntchaín que le pregunta si jugaba al fútbol.
Mauricio recuerda que estaba con chinelas, short y una camiseta que ya le quedaba corta. No tenía siquiera zapatos de fútbol porque no los había llevado desde nuestra ciudad y entrena y se queda.
Primero como volante y, nuevamente el destino lo puso en la zaga un día que ya no quedaban zagueros en la quinta división de Defensor Sporting.
Luego todo es conocido, ascensos hasta llegar a Primera División, la primera citación a una selección por parte de Juan Verzeri y este proceso de Fabián Coito que lo coloca en un Mundial, y ahora se vienen los Juegos Panamericanos de Toronto.
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