Con ayuda arbitral Sarandí encontró el camino que no acertaron sus delanteros
Los verdiblancos fueron superiores y de eso no hay duda alguna. Hasta podemos convenir que el triunfo fue merecido por lo que mostraron en la cancha unos y otros.
A los pocos minutos de juego y aprovechando una situación donde los defensas de Sarandí quedaron esperando una sanción arbitral que no correspondía y Anthony Ramos lo aprovechó para mandar la pelota al fondo de la red.
Faltaba mucho, muchísimo para el final del partido. Artigas tenía que soportar mucho y se fue fijando etapas, la primera de ellas al final del primer tiempo.
Ese objetivo lo pudo cumplir gracias a un par de muy buenas intervenciones de Clodorenato Silva pero, mucho más que ello, por ineficacia de los delanteros verdiblancos, hubo una incluso, que se colaba por detrás del golero de Artigas que un delantero de Sarandí la sacó, de cabeza cuando entraba al arco.
Pero en el segundo tiempo todo cambió, o por lo menos gran parte de ello pero allí hay una clara influencia arbitral que cambia la historia del partido.
El gol del empate de Sarandí fue plagado de irregularidades, manotazos y defensas que eran agarrados literalmente por los ágiles de los verdiblancos buscando crear las brechas para que el cabezazo de Brochi o Boldrini.
Con Brahian González tomado de la camiseta, Boldrini marcó el gol del empate. Tanto que la camiseta se rompió de lado a lado y hubo que cambiarla.
Luego Sarandí siguió presionando, era el único equipo en la cancha y se preveía que el gol del triunfo iba a llegar y así fue, en el minuto 22 para cerrar el partido.
Sarandí ganó y eso es muy importante en la tabla, pero, sin duda alguna, hay que reconocer que sigue sin jugar bien y prueba de ello es la expulsión de Sebastián Rossano con intentos de agresión al árbitro lo que demuestra que a pesar de los tres puntos, de la importancia de la victoria, hay indecisión e inseguridad en jugadores con experiencia que deberían ser referentes en la cancha, como el caso de Petter Rocha.