Un libro con añejo sabor a Rivera
(Por Valentín Leal González) El amable envío del libro “El Muriaga y otros cuentos”, por parte del Sr. Grauert Lezama Pintos, de pluma de quien fuera Don Osvaldo Lezama, un riverense que ocupó varios cargos administrativos en el área pública, fue periodista partidario (P. Colorado), y que fuera diputado por el Departamento (electo en 1954 y reelecto en 1958).
Osvaldo Lezama falleció en Montevideo el 1 de abril de 1971, a los sesenta y un años.
Trayectoria y actividad colorada, había dado su apoyo al Frente Amplio, que ese año se fundara (5 de febrero).
Dados los datos principales sobre el autor de un libro que tiene historia y sabor riverense, de un Rivera que tuvo una fisonomía muy provinciana, donde personajes muy coloridos y con ribetes llamativos, tanto en las personalidades como en sus actividades, posturas de vida y relaciones.
En los escenarios de finales de la década del 20, y hasta prácticamente fines de los 50, Osvaldo Lezama desgrana una serie de relatos que son en sí mismos, policromía de muy nuestra, muy particular y llena de añoranzas.
Desfilan por las 129 páginas del libro, personajes inolvidables (algunos llegamos a conocer: el verdulero Capulano y las estridencias del cuerno que usaba para anunciarse, Ciriaco y su duelo eterno con los ómnibus, Sarasola, el Negro Oriente…) y otros que llegan a nosotros gracias un libro donde se respira añoranza y respeto, en la sencillez de un lenguaje que además, trae citas y ejemplificaciones que dan un toque de cultura a los temas.
Entre los personajes pintorescos que conocimos a través de este libro, cito algunos: el Dr. Turena, Juan Barullo, Villalba, Malena (la del tango, ¡sí!), etcétera.
También anécdotas, relatos sobre episodios (serios algunos, jocosos los más), conforman el contenido del libro. Desde luego, hay mucho de coloradismo (explicable desde que Lezama era dirigente destacado de ese partido), pero hay respetuoso tratamiento a figuras nacionalistas, Aparicio Saravia, especialmente.
Debemos aclarar que años después de la muerte de Osvaldo Lezama, sus hijos encontraron en su portafolios, los manuscritos conteniendo estos relatos, y como homenaje a su padre, lo editan en octubre de 2011, y han tenido la gentileza de enviarnos un ejemplar, que mucho valoramos, porque nos trae un perfume especial, de una época donde todos conocían a todos, y la palabra de los hombres era el mejor documento.
Finalmente, quien esto escribe es nacionalista hasta los huesos, pero no por ello vamos a dejar de señalar un libro que hace a la historia de un Rivera que comenzaba a caminar por la senda del progreso.