Crónicas de un viaje inolvidable (parte 1)
(Por Freddy Silva). Hace algo más de un año, un grupo de chicas riverenses clasificaban a nivel nacional para representar al país en el Campeonato Mundial de Danzas.
El camino era largo y comenzaban las primeras reuniones. El Mundial se realizaría en República Dominicana y los costos eran muy, pero muy elevados para el bolsillo común de un trabajador como la mayoría de los que estaban embarcados en esta tarea.
Pero se resolvió aceptar el desafío y las chicas comenzaron a entrenar teniendo en cuenta las críticas recibidas en el momento de la clasificación.
La Prof. Paula Cardozo fue la encargada de la planificación con horarios extras a lo largo de todo el año.
Los padres se dividieron en comisiones que estaban encargados de buscar apoyos, aportes que hicieran posible aliviar la cantidad enorme de dólares que había que reunir.
Las voces negativas se sumaban y cada vez era más difícil, se puso a disposición una rifa con un valor de 500 pesos y cada una de las chicas deberían vender ciento diez números para cubrir únicamente el costo de inscripción de cada una de ellas porque se incluía el viaje, la estadía y la participación.
Ahí el primer agradecimiento a todos quienes adquirieron un número; nosotros en particular logramos vender todos los números con gente del fútbol, dirigentes, árbitros, jugadores y hasta parciales.
Recuerdo que teníamos 110 números en casa y muy poco tiempo para tratar de venderlos. Sin embargo, hubo un sábado que llovió torrencialmente, se suspendió la actividad local y nos sentamos frente al computador.
Elegimos a unos 130 amigos y comenzamos la tarea de comunicarnos para ofrecerles un número y tuve el enorme placer de no haber recibido ni un solo NO. Tanto es así que pudimos ayudar a otros compañeros que tuvieron algunas dificultades en la venta.
A todos los que compraron un número, nuestro eterno agradecimiento.
Pero luego venía lo demás, el gasto de quienes acompañaban a las chicas y, ahí, en nuestro caso éramos tres. Acuerdos, vales y boletos bancarios por espacio de nueve meses y en cada uno de ellos sangraba el bolsillo.
Se terminó todo, o casi todo porque aún estaba pendiente el viaje a Montevideo para subirnos al avión que nos llevó a Bogotá, primera y única escala antes de Punta Cana. Y ahí estuvo el dinero de las aguas heladas que se vendían en los festivales, de los panchos, de las tortas fritas…
Pero llegamos a Punta Cana y luego de sortear todos los inconvenientes generados en el momento de la llegada y asignación de habitaciones en el Barcello Bávaro Palace a dormir, porque al día siguiente comenzaban las competencias.
Un lugar extraordinario, un lujo desmedido y a la hora señalada, en punto, comenzaba el primer baile del primer país que se presentaba.
Las chicas nuestras, de ACD Bailamos, tenían el número 33 en el orden y brillaron en su presentación. Luego fue el turno de otra danza y de tarde tres más; en total llevábamos cinco bailes y vino la premiación de ese primer bloque.
Vimos que los premios se iban todos para Ecuador, Panamá y Colombia, pero no nos dimos cuenta que ellos tenían hasta tres Academias por país y decenas de bailes a ser juzgados.
Comenzaron a aparecer los nuestros y obtuvieron 76 puntos, un tercer lugar en el podio en ballet contemporáneo para pre jóvenes de 11 a 14 años.
Ya teníamos un trofeo y la algarabía de los treinta familiares presentes era inimaginable.
No salimos de nuestro asombro cuando el jurado llamó a Paula Cardozo para entregarle el premio de un segundo lugar con un puntaje de 84,4 (a seis décimas del puntaje que significaría el primer lugar), en Jazz Teatral para chicas de 8 a 10 años y conste que ningún grupo llegó a 85 por lo que el nuestro, a pesar de ser segundo, fue primero.
Ya estábamos más que conformes; en ese momento la totalidad de las chicas habían logrado estar en el podio. Pero vino más, nuevamente las de 8 a 10 años con Jazz Lyrical con 83,2 puntos y segundo lugar.
Y otro… las pre jóvenes de 10 a 14 en Jazz Teatral con 80,6, también segundas. Las pre jóvenes de 10 a 14 en Jazz Lyrical, otro segundo lugar a cuatro décimas del 85 anhelado por todos pero que nadie alcanzó y fuimos segundos con 84,6 sin nadie adelante.
Es decir que en ese momento los cinco bailes presentados por las chicas riverenses se habían llevado cinco hermosos trofeos.
Restaba un solo baile para el día siguiente y aún con la satisfacción de lo que ya se había ganado, nadie quería perder la oportunidad de volver con el cien por ciento de podios.
Las chicas de 8 a 10 años en All Dance Open lograron el segundo lugar con 81,3.
Qué más pedir, seis bailes, seis podios, seis trofeos y la bandera uruguaya flameaba en lo más alto del escenario en República Dominicana, a la par de otros países con una estructura muchísimo mayor que la que pudimos presentar nosotros, con esfuerzo y un trabajo excepcional de Paula, y de cada una de las once chicas.
Noche de gala para la Profe y las chicas, mientras que los padres nos fuimos a cenar a uno de los tantos restaurantes que tiene el hotel, y que son temáticos, pudimos elegir entre italiano, japonés, francés o mexicano y ahí nos fuimos, al mexicano y nos quedamos hasta que nos anunciaron que debían cerrar por lo avanzado de la noche.
Cambio de hotel porque la competencia se había terminado y nos fuimos a otro de la misma cadena Barcello, el Occidental Punta Cana, diferente pero igualmente lujoso y con piscinas a veinte pasos de la playa, un restaurante con una capacidad cercana a las 500 personas que está abierto todo el día a partir de las siete de la mañana cuando te reciben todos los empleados con una salva de aplausos.
Después a disfrutar, a aliviar tensiones, a contar anécdotas a pasear en bote a vela para llegar hasta donde los delfines hacen un show, a subirnos a un catamarán, sin saber de qué se trataba y un viaje de algo más de una hora y media para disfrutar de la belleza natural Bayahibe a la Isla Saona, estar en medio de corales, estrellas de mar, araras, monos y una plaza de agua cristalina.
Comidas típicas, opíparos almuerzos con bebida a discreción y el retorno a Punta Cana en un moromarán, otra experiencia increíble, mucho más rápido pero sentados y con chalecos salvavidas por las dudas, aunque arriba te ofrecían coca cola y ron o las dos mezcladas.
Y después, como suele suceder, la triste realidad del avance de las horas y el anuncio de la partida.
Todo lo bueno se termina mucho más rápido y ya hubo que hacer maletas para emprender el viaje al aeropuerto, de allí a Bogotá y luego seis interminables horas dentro de un avión para llegar a Carrasco, donde nos esperaba el mismo ómnibus que nos había dejado allí, para traernos de nuevo a nuestra Rivera.
Lo bueno, la buena vida que pasamos estos últimos siete días se había terminado, pero nos queda el sabor de la victoria de las chicas, los momentos vividos con los padres del grupo, y el enorme placer de haberlo hecho a puro pulmón, esfuerzo y trabajo para que hoy podamos decir que fuimos, competimos, nos divertimos muchísimo y pasamos siete días inolvidables en nuestra vida.
Por eso nuestro único agradecimiento es a quienes creyeron en este emprendimiento cuando salimos a vender rifas, agua helada, panchos y tortas fritas a ellos en nombre de las once chicas: Lara Jazmín Barboza Núñez, Martina García Pedraja, Isabella Albornoz López Pintos, Sofía Silva da Silva, Valeria Antonela Correa Alvez, Raphaela Ferreira Pereira, Martina Méndez González María Belén Rocha Silva, Ana Clara Lisboa Sosa, Kiara Ailin Álvarez Pereira, Naomi Itzayana Favilla Mazzoli y la profesora Paula Cardozo.
Y el grupo de padres que mucho agradecen: Mónica Patricia Núñez, Sebastián García, Cristina Daniela Pedraja, Heber Andrés Albornoz, Paula Daniela López Pintos, Lorenzo David Albornoz, Fernando Beltrán Correa, Marta Iris Alvez, Karen Mariel Pereira e Isabella Ferreira, Germán Reyes, Yenifer Elvira González, Emiliano Reyes, Karen Leticia Pereira, Esteban Israel Álvarez, Estela Jaqueline Sosa, Mario Iván Lisboa, Romina Katherine Mazzoli, Cilene Silva, Yonathan Rocha, Lucas Sebastián Rocha, Simone da Silva y Felipe Silva y Claudio como coordinador general.
Y ahora… todos a trabajar para ahorrar pesos que nos llevarían el año que viene a un Festival en Bariloche.