Rivera, martes 2 de julio de 2024

Entre Patrimonio, Marco, Ariel y Esopo

(Por Michel Croz) Nuestra lengua es nuestro patrimonio y nuestro matrimonio. La lengua siempre es madre. Este año para el Día del Patrimonio se eligió “La lengua de los uruguayos” como tema. Con el elenco del Instituto de Formación Docente presentaremos en Plaza Flores el sábado 13 a las 19h (luego de haberse cancelado en el Teatro Municipal, gracias al diluvio de este domingo) la obra “Desaforo – comedia popular fronteriza” de Agar Simoes y mía; con la que queremos celebrar el lenguaje popular, la lengua de los afectos: el portuñol nuestro de cada día, a través, de una pléyade de personajes populares de los años 50 y 60 del siglo pasado. Esto dentro del marco de un curso de teatro promovido por Pro Arte del Codicen y con apoyo de la División Cultura de la IDR.
A propósito de lengua, me viene al pelo la fábula de Esopo, que era sabio y esclavo, sobre la mejor y la peor comida del mundo.
Relata de un rey de un reino imperial, que era su amo, a quien le arrojó un puñado de monedas y le dijo: “corre al mercado y compra los ingredientes para la mejor comida del mundo!” Esopo regresó de la compra y colocó sobre la mesa un plato cubierto de fino paño. El rey descubrió su contenido “lengua” y el esclavo se deshizo en exaltar las cualidades de la lengua que nos une a todos cuando hablamos, decía, sin ella no podríamos entendernos, es la llave, el órgano de la verdad y la razón. Gracias a ella se construyen ciudades, expresamos nuestro amor. Es el órgano del cariño, la ternura, el afecto y la comprensión.
Continuó Esopo “es la lengua que torna eternos los versos del poeta y las ideas de grandes escritores” con ella se enseña, se persuade, se instruye, se reza, se explica, se canta, se describe, se elogia, se demuestra y se afirma. Con la lengua decimos madre y querida y amigos. Decimos sí y decimos “te amo”.
Muy bien Esopo, aplaudió el monarca, “toma este saco de monedas y trae lo que haya de peor y pronto”. Repitió el esclavo la compra, volvió, la presentó al amo cubierta de un paño que éste descubrió y quedó indignado: ¿“Cómo, otra vez lengua?”
La lengua, señor, replicó Esopo es lo peor que hay en el mundo. Es la fuente de todas las intrigas, el inicio de todos los procesos, la madre de todas las discusiones. Es la lengua que separa a la humanidad, divide a los pueblos, que usan los mandatarios cuando quieren engañar con sus falsas promesas. Es el órgano de la mentira, de la discordia, de los malos entendidos, de las guerras, es la que miente, la que esconde, que engaña, que explota, que blasfema, que insulta, que mendiga, que provoca, que destruye, que calumnia, que vende, que seduce, que corrompe. Con la lengua decimos muere, canalla, demonio, cobarde, decimos “no” y “te odio”. Terminó Esopo, el esclavo viejo y sabio.
No voy a referirme al Marco de Oro, Plata, Platino, ni a las menciones. No voy a emitir juicios que luego vengan a ser cárceles para mi propia lengua (que tiene fama de ser afilada). No sé si estuvieron bien o mal dados. Claro que me gustaría haber ganado algún marco, sería un reconocimiento de mis vecinos locales por mi trabajo, no lo niego, sería hipócrita de mi parte engañarme, engañarlos, aunque tampoco esperaba lo contrario, y me sorprendió la nominación, estoy seguro de que no soy unanimidad, o como bien decía Borges: “la unanimidad siempre es burra”.
Tampoco voy a decir de los lugares comunes y adulaciones, que este tipo de eventos consagra, ni sobre la justicia o justeza de las nominaciones y sus premios. Claro que estoy muy feliz por algunos reconocimientos dados, claro que otros premios me parecieron excesivos o inexplicables. ¿Cuáles serán los criterios que maneja la comisión de los marcos? ¿Quiénes son? ¿Qué formación tienen?, ¿Qué ocupación tienen? Preguntas que no quieren callar.
Eso sí, diré un enorme “gracias” a la Comisión Vecinal del Centro que me nominó, y a quienes me contactaron: Piedra, Custodio, Sánchez. Estar entre la lista de invitados a la cena de la otra noche fue un verdadero placer gastronómico y estar rodeado de amigos cercanos en la mesa 25, resultó también un orgullo por los vecinos que me tocaron: Sebastián Rodríguez, Marco de Oro en Turismo y Servicios, y Raquel, Neber & hijos de Mi Zoo, Marco de Plata en la misma área, y la escuela ENIR que también fue distinguida.
El largo evento, en realidad, resultó divertido (Los Cantaclaro, impecables) y sobretodo conmovedor. Y digo conmovedor por la “presencia” de Ariel Rodríguez en los salones del club Uruguay. En un merecido recuerdo público y al mismo tiempo entrañable. En un “volver a pasar por el corazón” que implica revivirlo simbólicamente. La emoción de la presencia de sus hijos Cecilia y Martín, y de sus emocionadas palabras; la palabra amiga de Luis Carlos Custodio, y de las múltiples referencias a su persona y a su trabajo.
Ariel, además, era poeta y declamaba como pocos, recuerdo algunas presentaciones cuando integró el grupo Maciegas, impresionaba. Comulgábamos por la palabra, por la lengua y el lenguaje. La poesía es un acto de amor entre poeta, mundo-aldea y lenguaje.
En sus “Reflexiones de Fin de Semana”, las crónicas de su “aldea universal” (si quieres cantarle al mundo, cántale primero a tu aldea, aconsejaba Tolstoi). Los textos eran publicados en la edición de los sábados de Diario NORTE. Ariel y su mirada de fin de semana, desestructurada, filosa, alegre o indignada, en fin: una mirada inteligente, un “raro” por entre el matorral del periodismo vernáculo de opinión, en el que tantas veces (en alguna radio, casi siempre) se trabaja para des-informar y de-formar los hechos y las noticias.
Y desde el lenguaje renovado del periodismo, transcribo de Ariel un fragmento de una de sus últimas crónicas (24 de mayo de 2012), donde el periodista de NORTE escribía sobre el cumpleaños de canal 10, nombrando en Patricia Bengoechea (Marco de oro en Comunicación, de este año), a los jóvenes comunicadores que vienen vistiendo con otros tonos de colores, el lenguaje de los medios. Y de esta manera, también como homenaje a Ariel, cierro, desde su crónica, la mía.
“Hoy son otros los que van construyendo esa historia, son caras nuevas, mentes abiertas que van manteniendo viva esa historia. Llegue pues en “doña” Patricia Bengoechea, para nosotros una gurisita, hija de un buen amigo, el reconocimiento por tomar la posta, por su alto profesionalismo, pero bien entendido, porque se nutre de lo que ha sido la propia cara del canal: de la humildad propia de este pueblo.
Porque caireles vanos y altanería no forman parte de su tarea cotidiana. A ella los “viejos” de esta linda historia le pasamos la inmensa responsabilidad de ser la “cuentahistorias” del 10. ¡Salud!”

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