Rivera, sábado 23 de noviembre de 2024

Carta abierta a Alejo Holfman

(Por José María Almada Sad) Querido amigo. Te escribo en primera persona, pero seguramente mucha gente amiga suscribe estas líneas, redactadas con enorme pena por tu partida, y al mismo tiempo con la alegría haberte conocido y haber compartido años de trabajo contigo; un verdadero premio que nos dio la vida y agradecemos.
Nadie podrá decirte que te fuiste sin dejar rastro, la huella que dejaste es muy grande, en tu familia, en tus colegas ladrilleros, en tus compañeros de trabajo en la Intendencia, en tus amigos de la vida política, y en toda la gente que te conoció en Rivera, a nivel nacional y fuera del país; pues para orgullo de todos, fueron muchos los técnicos y referentes nacionales y de países latinoamericanos que vinieron a visitar tu trabajo y el de tus colegas y compañeros de ruta, además de haberte recibido en su país en un par de ocasiones.
Naciste y creciste entre ladrillos, construiste tu vida en base a ese noble oficio y luchaste para dignificar la esforzada y silenciosa tarea, ya no solo de trabajadores riverenses, sino de todo el país; en ese camino lideraste el novedoso Movimiento Nacional de Ladrilleros, te convertiste en capacitador desde la humildad y la nobleza, casi sin estudios, y con las manos cubiertas de callos hasta tu reciente último día.
Cuando la Intendencia de Rivera te abrió sus puertas convertiste tu trabajo allí en una especie de religión, y a la Escuela de Ladrilleros en un verdadero templo. Con la energía que te caracterizaba golpeaste puertas, lograste que creyeran en tus ideas para mejorar el trabajo, tuviste la habilidad de rodearte de jerarcas, compañeros, técnicos y humildes ladrilleros al mismo tiempo, logrando hitos como el horno eco-eficiente, los ladrillos que incluían cenizas de residuos forestales, los ladrillos vitrificados y artesanales que hoy adornan lugares turísticos en Rivera, y otros varios logros que todos conocemos.
Tuve el privilegio que me acompañaras a varios centros educativos cuando te invitaba en fechas emblemáticas relacionadas a mi función en la municipalidad, y allá ibas a relatar tu oficio y como se podía producir más, dañando menos el ambiente.
Y te ibas a otros departamentos del país requerido por organismos oficiales y privados a potenciar la actividad en esos lugares, y te buscaron desde instituciones del gobierno nacional, por tu liderazgo, pero pensando que junto contigo miles de familias uruguayas se embarraban dignamente las manos con este oficio que requería apoyo oficial para potenciarlo.
Recuerdo como nos relatabas risueñamente el viaje lleno de anécdotas que hicieron a Bolivia en Julio de 2015, en ómnibus una treintena de uruguayos, a un encuentro mundial de trabajadores, ante el Papa Francisco que visitaba aquel país en ese momento; a las risas me contaste que encontraron el momento propicio y le entregaron un ladrillo uruguayo al Papa y otro al entonces Presidente Evo Morales, junto a Eduardo Romero, secretario del Movimiento que liderabas, pero que ese querido amigo -duraznense, pero que supo elaborar ladrillos en Tranqueras algunos años- se puso a llorar tanto de la emoción y con la máquina fotográfica en la mano no tomó ninguna foto como habían acordado.
Por suerte la prensa escrita local documentó el momento, recortes que atesorabas y me mostraste. Tuve el privilegio de acompañarte a Colombia hace un par de años a un Encuentro Latinoamericano por ladrillos sustentables ambientalmente, en una delegación uruguaya del Ministerio relacionado y programas afines, con técnicos nacionales que mucho valoraban tus trabajos, además de Eduardo, el del ladrillo del Papa.
Te vi desenvolverte en gran forma para orgullo de todos, brindaste conferencias, integraste reuniones, atendiste a los numerosos medios de prensa que con grata sorpresa veían que en un rincón del Uruguay había un emprendimiento ladrillero modelo para el Continente.
Y te perdiste en el aeropuerto al regreso, y casi perdemos todos el vuelo, corriendo entre la gente en tu busca; se te encontró tranquilamente sentado y confundido con la hora local, y sin aliento, pero a las risas tomamos el avión que casi nos deja.
No pasaste en vano por la vida; lo del principio, tu huella enorme y profunda queda, tu trabajo lo continuarán otros que deberán aprovechar la enorme pradera de esfuerzos y experiencias que sembraste para los trabajadores y sus familias, y también para los tomadores de decisión.
No necesito siquiera cerrar los ojos para oír tu voz gruesa, tus rezongos y risas por alguna situación, y tu carácter fuerte, tu personalidad sólida y a la vez respetuosa, herramienta valiosa cuando te plantabas firme ante algo que no compartías, facetas cinceladas por los muchos caminos rigurosos que transitaste. Hasta siempre amigo.

5 comentarios sobre “Carta abierta a Alejo Holfman

  1. Muy linda carta. Falto comentar que también tuvo un pasaje por el Ejército presto servicios en nuestro RC3 Rivera.donde llego al grado de sargento.deja do allí muchos amigos..tuve el placer de trabajar con el. » Un grande»

  2. Solo falto decir que también tuvo un pasaje por el ejercito donde llegó a sargento presto servicios en nuestra unidad R C3 rivera.dlnde dejo muchos amigos..tuve el gusto de trabajar con el .un grande que Dios lo tenga

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