Rivera, viernes 11 de octubre de 2024

La broma, la mujer y Will Smith

Will Smith ganó un Óscar por interpretar a un padre villano (al que dulcifica peligrosamente), y recibe la estatuilla en la vida real comportándose como un marido villano, un peligroso y falso caballero que le da una bofetada al cómico Chris Rock, que hace un chiste (un mal chiste, dicho sea de paso, en una gala llena de chistes para todos) sobre su mujer.
Ante un público risueño en un primer momento y en un segundo momento, anonadado.
Bueno, y la pregunta que no quiere callar…
¿Será que las mujeres quieren que les defiendan su honor?
Will Smith se ampara en el amor. Es el amor el que me obliga a hacer cosas, dice. Soy un caballero y defiendo a la dama, afirma. El amor me ciega, determina. Ese es el primer paso. Tengo un hombre que vela por ella. El novio la cuida, eso es amor, por eso está dispuesto a salir a lo macho, para que nadie se meta conmigo o con “lo mío”. También llamábamos amor a los asesinatos de mujeres: eran crímenes pasionales. Lo mismo: el amor enceguece.
A Putin, a Biden, a Bennet, también les ciega. El amor. Si, el amor por el poder y la riqueza de los otros. Por países que no son el suyo. Te quiero, Ucrania, te quise Afganistán e Irak, te quiero Palestina, y por eso voy a liberarte. Repartiendo bombas que explotarán sobre las cabezas de una mayoría de población civil.
¿Y si además del amor fuera la vergüenza? ¿Y, si lo que le ha pasado a Will Smith es que, de repente, mientras él se reía a carcajadas, se da cuenta de que su mujer no se ha reído, que la broma no le ha hecho ninguna gracia, y que ha querido demostrarle a ella un absurdo sentido del humor basado en “yo voy a hacer que te respeten”?
Defender con inteligencia hubiera sido salir con el Óscar y explicar cuál es la enfermedad que obliga a raparse a su mujer. “Miren, Jade sufre de alopecia areata, igual que miles de personas en el mundo, una enfermedad autoinmune en la que el cuerpo se ataca a sí mismo y es algo que destroza sus vidas, muchas de esas personas no se atreven ni a salir a la calle, viven en una tremenda inseguridad, las rechazan, y quizá hoy se sientan muy mal al escuchar esta broma”.
Will Smith tenía el poder. El de un micrófono. El de una audiencia de cientos de millones de personas. El del tremendo eco que tiene Hollywood. Y lo ha aprovechado para sacar a lucir su machismo machoman, brucewillisiano.
No sé, me suena a esos hombres que golpean a sus mujeres, luego lloran arrepentidos, yo te quiero, si lo hago es porque te quiero, no lo volveré a hacer, de verdad, pero en el fondo no sólo les da lo mismo, sino que volverán a golpearlas.
Ante 500 millones de personas, y para defender el honor mancillado de su pareja, por una broma estúpida, guaranga e insolente, ¿qué no hará cuando nadie lo vea?

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