1º de Mayo
El 1 de mayo de 1886 en EE.UU., casi 340 mil trabajadores confluyeron en la protesta por la reducción de la jornada laboral. Unos 190 mil se declararon en huelga, mientras otros 150 mil participaron de acciones directas. La historia del Día del Trabajador sigue en 1887, con el juicio a ocho anarquistas, socialistas y sindicalistas acusados de asesinato y conspiración.
Estos luchadores sociales terminaron condenados y en 1889, un congreso de la Segunda Internacional decidió conmemorar a estos mártires y se estableció en su honor el Día Internacional de los Trabajadores.
Hoy en día estamos inmersos en una crisis de proporciones mundiales, que nos afectan a nosotros los riverenses y santanenses.
Para hacer frente a la crisis son necesarias alternativas anticapitalistas, antirracistas, antimperialistas, antipatriarcales, ecológicas y socialistas.
La crisis capitalista internacional que impacta a la humanidad se expresa en varios planos, también nacionales y claro está, locales.
Es una crisis alimentaria, financiera, económica, climática, energética, migratoria… de civilización, que viene a la par de la crisis del orden y las estructuras políticas internacionales.
Estamos ante una crisis global provocada por el capitalismo. Todas las medidas adoptadas para salir de la crisis sólo buscan socializar las pérdidas para asegurar la supervivencia de un sistema basado en la privatización de sectores estratégicos de la economía, de los servicios públicos, de los recursos naturales y energéticos, de la mercantilización de la vida y la explotación del trabajo y de la naturaleza, así como la transferencia de recursos de la periferia al centro y de los trabajadores y trabajadoras a la clase capitalista.
Este sistema se rige por la explotación, la competencia exacerbada, la promoción del interés privado individual en detrimento del colectivo y la acumulación frenética de riqueza por un puñado de acaudalados. Genera guerras sangrientas, alimenta la xenofobia, el racismo y los extremismos religiosos; agudiza la opresión de las mujeres e incrementa la criminalización de los movimientos sociales y políticos progresistas. En el cuadro de estas crisis, los DD.HH. de los pueblos, los DD.HH. culturales, son sistemáticamente negados.
La salvaje agresión del gobierno israelí contra el pueblo palestino, violando el derecho internacional, constituye un crimen de guerra, un crimen contra la humanidad y un símbolo de esta negación que también sufren otros pueblos del mundo.
Es necesario construir una sociedad basada en la satisfacción de las necesidades sociales y el respeto de los derechos de la naturaleza, así como en la participación popular en un contexto de plenas libertades políticas. Es necesario garantizar la vigencia de todos los tratados internacionales sobre los derechos civiles, políticos, sociales y culturales (individuales y colectivos), que son indivisibles.
En este camino, debemos impulsar la más amplia movilización popular, por una serie de medidas urgentes como:
– Reducción del tiempo de trabajo sin reducción del salario.
– Medidas para garantizar la soberanía alimentaria y energética (principalmente para nuestra infancia).
– Poner fin a las guerras, retirar las tropas de ocupación y desmantelar las bases militares extranjeras.
– Reconocer la soberanía y autonomía de los pueblos, garantizando el derecho a la autodeterminación.
– Garantizar el derecho a la tierra, territorio, trabajo, educación y salud para todas y todos.
– Los DD.HH. deberán ser cumplidos, especialmente en lo tañe a los derechos laborales, derecho de huelga y políticas de desarrollo del empleo.
– Democratizar los medios de comunicación y de conocimiento
Y en relación a la frontera:
– Desarrollo de políticas de empleo y remuneración digna, en el marco de activas políticas de frontera.
– Planificar y actuar en favor de la producción con valor agregado.
– Promoción de trabajo genuino, vivienda accesible, reactivación industrial y comercial, junto a la organización cooperativa de los trabajadores, entre otras propuestas.
El proceso de emancipación social que persigue el proyecto ecologista, socialista, feminista y diversa del siglo 21, que aspira a liberar a la sociedad de la dominación que ejercen los capitalistas sobre los grandes medios de producción, comunicación y servicios, apoyando formas de propiedad de interés social: pequeña propiedad territorial familiar, propiedad pública, propiedad cooperativa, propiedad comunal y colectiva…
Esta alternativa debe ser feminista porque resulta imposible construir una sociedad basada en la justicia social y la igualdad de derechos si la mitad de la humanidad es oprimida y explotada.
Los movimientos y partidos progresistas impulsaremos una visión de desarrollo teniendo como medida a la mujer, al hombre y a la diversidad, en la construcción de un trabajo cooperativo, solidario, en base a la concientización y organización política y cultural, logrando la convergencia de las movilizaciones junto a los sindicatos, al PIT-CNT, a la FEUU, grupos de la sociedad civil en sus diversas corrientes, buscando resistir a todas las formas de opresión y explotación.