Rivera, sábado 30 de noviembre de 2024

Memorable homenaje a Luciano, el más antiguo canillita de la ciudad

El homenajeado, Luciano González, junto a su familiaUn numeroso grupo de ciudadanas y ciudadanos, pertenecientes a todas las clases sociales y a los más diversos credos religiosos, políticos e ideológicos, tuvieron la feliz iniciativa de proponer al gobierno departamental un homenaje al emblemático Luciano González, a propósito de celebrar, en éste 2007, sus 57 años de canillita y sus 71 años de vida.
Por resolución del Ejecutivo Municipal presidido por el Intendente Tabaré Viera Duarte, en la mañana de hoy, martes 13 de febrero, a la hora 10:00, en el tercer piso del edificio comunal, se tributará, en nombre del pueblo de Rivera, el merecido homenaje a nuestro ilustre canillita, quien a pesar de los años y la enfermedad, mantiene en alto su espíritu de lucha, su alegría de vivir, el amor a la familia, y a la multitud de amigos y vecinos, para los cuales constituye un mojón, referencia obligada, de nuestra cultura popular.
Luciano nació en Rivera, el 14 de junio de 1936. Hijo de doña Octaciana González Arezo y de don Luciano González, el último “chasque” riverense, de quién heredó, precisamente ese espíritu de lucha que lo acompaña aún hoy, enfrentando con éxito los desafíos de una cruel enfermedad. Fue el último chasque, porque funcionario del correo, fue el último cartero que de a caballo, entregó cartas, encomiendas y valores aún a los vecinos de los rincones más alejados del departamento, recorriendo la soledad de los caminos, cruzando las tempestades, arroyos crecidos y las inclemencias del tiempo.
Cuenta Luciano, que su padre, cabalgando hacia Vichadero, un día de mucha lluvia, lo agarró la noche junto a uno de los numerosos arroyos y cañada, con el caballo cansado, el correo al hombro, y el agua desbordando amenazando impedir el paso. Un paisano que encontró en el lugar, oficiando de baqueano, lo ayudó a cruzar el arroyo. Con la noche acuesta, cruzaron y acamparon en el primer monte alto encontrado. Luego de llenar el estómago, descansaron hasta el amanecer. Compartieron el mate y retomaron la marcha a campo traviesa. La sorpresa de nuestro “chasque” fue mayúscula cuando al despedirse, el paisano se presentó: se trataba del temible Martín Aquino, el último matrero. En el crisol de la soledad y la adversidad, la solidaridad templó y marcó para siempre el espíritu indomable de dos seres humanos.
A la edad de 11 años falleció su padre y su madre resolvió pasar a vivir con sus hijos, en el hogar de sus tíos, en la localidad de Curticeiras, donde Luciano terminó la escuela. Luego de dos años, retorna a la ciudad, y comienza la “universidad de la calle” bajo la tutela de don Umberto Curi. Heredero de aquel espíritu de lucha y de servicio a los demás, Luciano vivió su adolescencia trabajando de mandadero y entregando en la noche, cruzando la aduana, los diarios de Montevideo a los clientes radicados en Livramento.
Ya con 14 años, gracias a su espíritu emprendedor y su buena voluntad, Curi le concedió el primer crédito con el cual compró la bicicleta que le permitió dar un primer gran salto en la profesión de Canillita. No solamente mejoró la distribución de diarios, sino que adquirió las técnicas del ciclismo, que lo transformó en uno de los más talentosos ciclistas de Rivera y la región. Miembro del entonces Club Pueblo Nuevo (hoy Artigas), Luciano integró el plantel de ciclistas del Telégrafo y al final de la Federación Ciclística de Rivera. Aun hoy se recuerda con orgullo, la participación del equipo riverense en la Vuelta de Porto Alegre, donde Luciano alcanzó el tercer lugar en disputa con ciclista de clubes de larga trayectoria en Brasil y Uruguay.
A la par que hacia el reparto de diarios en bicicleta, comenzó a desarrollar, el puesto fijo, que aún hoy, es una referencia obligada de la ciudad en el último medio siglo. Al comienzo, y hasta que la distribución de diarios de Curi se mudó de lugar, el Quiosco de Luciano estuvo en la vereda Este de Sarandi, justo a mitad de la cuadra, entre Monseñor Vera y Artigas. De allí pasó a la vereda Oeste, donde se encuentra actualmente, sobre la plaza Artigas.
Algo ya mayor, Luciano formó hogar con Maurie Moreira; tuvo dos hijas: Fany (fallecida) y Celia, que casada con Alejandro González, le ha dado dos nietas, Paula (18) y Brenda (17). Celia con su marido y sus dos hijas, y la Dra. Claudia Moirano, se han constituido en los ángeles custodias, compartiendo con Luciano todos los minutos de la vida, así como los numerosos amigos entrañables que diariamente lo visitan en su lecho de enfermo. Especialmente, su compañero y amigo del alma Emilce Carballo, el querido “Rato”.
El espacio es tirano y nos obliga a omitir muchos otros aspectos importante de la rica existencia de Luciano González. Hoy, en el homenaje abundarán los testimonios de decenas de riverenses que tienen retazos de sus vidas compartidas con Luciano, entre ellos nuestros principales dirigentes políticos de todos los partidos, así como los líderes religiosos y sociales. Entre todos conforman una parte sustancial de la cultura popular de nuestra ciudad y celebrarán con alegría franca este merecido homenaje.

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