A pesar de crisis hay optimismo en sector forestal
A mediados de mayo, la noticia sacudió la agenda informativa, acaparada hasta ese momento por la campaña electoral y los dilemas económicos de la crisis global. En uno de los negocios más importantes que se registra en la economía uruguaya en los últimos años, las empresas forestales Stora Enso (sueco-finlandesa) y Arauco (chilena) compraron lo sustancial del proyecto forestal de la española ENCE, incluyendo los sitios de Punta Pereira, M’Bopicuá y 130.000 hectáreas de tierras (70.000 plantadas).El negocio fue por US$ 343 millones, un valor de oportunidad por la compra de un enorme patrimonio forestal unificado, que incluye miles de hectáreas en producción en los mejores campos forestales del país.
La noticia es doblemente positiva para el desarrollo forestal. Por un lado, se desata lo que podríamos llamar “el nudo ENCE”. Por otro, se consolida la posibilidad de una segunda planta de celulosa.
ENCE -la firma española cuya subsidiaria forestal en Uruguay, Eufores, es una de las empresas de más tradición forestal en el país- tuvo un derrotero difícil. Siendo una empresa con menos musculatura económica que las gigantes forestales que llegaron después, tuvo la virtud de ser pionera, desarrollando viveros y montes desde 1990.
En ese proceso, hubo decisiones técnicas acertadas y otras equivocadas (de las cuales ninguna inversión de riesgo está a salvo), entre ellas una de las más relevantes: plantar Eucalyptus globulus spp globulus en zonas donde su crecimiento es restringido, demasiado al Norte, fuera de las zonas marítimas donde esta especie se desempeña mejor. Esto complicó el desarrollo forestal e implicó pérdidas para la empresa.
Además, ENCE mostró en los últimos años movimientos intensos en su capital accionario, con salidas y entradas de accionistas importantes, vinculados a otras firmas y grupos de mayor porte. En ese vaivén, el proyecto de la planta de celulosa en Uruguay era más bien un potencial a exhibir que un objetivo a realizar.
Para consolidar su posición, la empresa extendió sus compras de tierra, hasta bien entrado 2007, acumulando 170.000 hectáreas y constituyéndose en uno de los principales propietarios del país.
ENCE había comenzado las exportaciones de rolos en 1995, incorporando luego las chipeadoras, para exportar la madera ya astillada. Construyó la terminal M’Bopicuá, en Río Negro, con la idea de fondo de desarrollar allí su planta de celulosa. Pero el conflicto con Argentina resultó traumático para esta obra y llevó finalmente a ENCE a relocalizar el sitio industrial, anunciándose (desde Argentina) que la planta se montaría en Punta Pereira (Conchillas), bastante alejada de sus principales áreas forestales.
Sobrevino luego la crisis global y ENCE salió a buscar un socio para su proyecto industrial. Pero encontró un comprador: el consorcio Stora Enso-Arauco.
La sueco-finesa Stora Enso es una de las principales empresas forestales del mundo. Se instaló en Uruguay en 2006, con el objetivo de establecer una base forestal para abastecer, eventualmente, una planta de celulosa (lo que implica un mínimo de 120.000 hectáreas). El proceso de compra y plantación fue más lento de lo previsto, entre otras cosas por el fuerte aumento en el precio de la tierra.
Pero la asociación con la chilena Arauco y la compra de las tierras y bosques de ENCE cambia las cosas. Por un lado, Stora Enso establece una sociedad con la empresa chilena, la principal de su sector del otro lado de la cordillera. Esta asociación no solo implica la compra conjunta de buena parte de ENCE, sino también asociar todo el patrimonio previo de cada empresa, de tal manera que, de ahora en más, funcionarán como un proyecto unificado (ver cuadro correspondiente).
Todo esto implica un avance sustancial en los proyectos de Stora Enso. No solo se adelanta la posibilidad de construir una planta de celulosa (buena parte de los montes de ENCE están en plena producción), sino que además Uruguay se adelantaría a Brasil como captador de esa inversión (Stora Enso estableció Uruguay o Brasil como ubicación).
Las empresas se tomarán un año para decidir la inversión y su localización. La planta costaría aproximadamente US$ 1.500 millones, con una capacidad de producción de, al menos, 1.300.000 toneladas anuales de celulosa.
Por todo esto, la compra de ENCE por la sociedad nórdica-trasandina es una excelente noticia, en un contexto extremadamente difícil para el sector forestal.
Fuente: Forestal Web