El respeto de los candidatos en la recta final
(Escribe Dr. Gerardo Amarilla) Nos enfrentamos a la recta final de la campaña electoral de las elecciones internas de los partidos políticos, que se llevarán a cabo el próximo domingo 28 de junio, pero el calor y fragor de la contienda no puede hacer perder los estribos a los candidatos por mucho que se la jueguen en esta instancia.
No pretendemos quitar la trascendencia que realmente tiene tal episodio, que si bien es una elección interna de los partidos políticos está consagrada y regulada por la propia Constitución de la República y constituye la primera etapa en una secuencia que culmina con la elección de autoridades de los principales poderes públicos del Estado.
Debido a lo manifestado comienza a definirse el domingo el modelo de gobierno pero también el modelo de sociedad que pretendamos construir a partir del 2010.
Todo ello de singular importancia no puede hacer caer en la tentación a los diferentes candidatos, en todos los niveles, a que apelen al insulto, el agravio, la descalificación, a términos soeces y vulgares, que pueden generar la risa de un puñado de obsecuentes seguidores pero que reflejan hacia la sociedad la degradación de quienes pretenden ser los conductores de la misma.
Los hombres públicos tienen mayor responsabilidad aún por su grado de exposición y deberían ser entonces integrales, reflejando en su vida pública lo que realmente son en su vida privada.
No podemos manifestar nuestro deseo de que la sociedad restablezca valores y respeto, que nuestros jóvenes y adolescentes cambien su actitud frente a la vida, que la educación vuelva a los niveles que tuvo otrora, bregar por erradicar la violencia en la sociedad, el deporte y hasta en la familia y por otra parte lanzar una batería de insultos, agravios y ordinarieces incitando muchas veces a la violencia, odio y resentimiento.
Si bien los contenidos son muy importantes, en estas instancias no menos lo son las formas ya que los ejemplos vienen desde arriba y los candidatos políticos debemos ser ejemplo de esa integralidad.
Marquemos nuestras diferencias, ofrezcamos nuestras propuestas y proyectos, defendamos con pasión ideas y concepciones pero sobre todo, con respeto, educación y el espíritu tolerante que debe reinar en una democracia.