Rivera, domingo 6 de octubre de 2024
Lesiones graves, lesiones personales y asociación para delinquir...

Siete adolescentes y dos jóvenes fueron condenados por golpizas en Rivera

En la noche del 13 de junio dos transeúntes, sin motivo aparente, fueron brutalmente agredidos por una pandilla de adolescentes y jóvenes adultos liderado por un militar de 19 años. El líder, no solo comandaba las acciones, sino que también utilizaba a su perro pitbull, de nombre Tyson, para aterrorizar y atacar a las víctimas.
La pandilla, integrada por siete adolescentes y dos jóvenes adultos, seleccionaba a sus víctimas al azar mientras caminaban por las calles. Sin ningún vínculo conocido con los agresores, las víctimas fueron sorprendidas y atacadas con golpes de puño, patadas y con la ayuda del feroz pitbull.
La ola de violencia culminó con la hospitalización de un hombre de 25 años, quien sufrió una herida de bala en el brazo y múltiples lesiones en el pecho, cabeza y pulmón. La fiscal del caso, Dra. Alejandra Domínguez, describió la brutalidad de los ataques, señalando que los jóvenes se filmaban mientras cometían las agresiones, y luego publicaban los videos en las redes sociales.
La Jefatura de Policía de Rivera inició una investigación el viernes 14 de junio, llevando a cabo varios allanamientos en el barrio Mandubí. Este operativo resultó en la detención de catorce personas: diez menores y cuatro adultos. De estas, nueve fueron condenadas y tres continúan bajo investigación.
La justicia actuó rápidamente, condenando a siete adolescentes y dos adultos por los delitos de lesiones graves, lesiones personales y asociación para delinquir. El militar de 19 años, considerado el líder de la banda, fue sentenciado a dos años de cárcel.
El otro adulto, de 18 años, recibió una condena de 20 meses de prisión. Los menores de edad fueron enviados a una dependencia del Instituto Nacional de Inclusión Social Adolescente (INISA) por seis meses, seguidos de ocho meses de medidas socioeducativas no privativas de libertad.
El perro pitbull, Tyson, utilizado como arma por la pandilla, fue trasladado a Montevideo bajo el cuidado del Instituto Nacional de Bienestar Animal (INBA), lejos del entorno de violencia en el que se encontraba.

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