Un final diferente: Los jugadores decanos dejaron todo en la cancha
Es obvio que a nadie le puede gustar perder un partido, quedar afuera de un certamen, máxime cuando se trata de un campeonato que se juega desde hace cincuenta años y que no nos ha tocado ni una sola vez la chance de ser el campeón.
Nadie puede sentirse satisfecho con haber remado, remado y quedar a orillas de una clasificación que, en este temporada tenía una alternativa diferente porque colocaba a un equipo riverense en la Serie A del fútbol del interior para la próxima temporada.
Sin embargo y a pesar de todo ello, el pasado fin de semana estuvimos en Artigas, una vez más, y nuevamente fuimos testigos presenciales de un autoritarismo ejercido con el consentimiento de las autoridades deportivas y policiales.
Pero, por encima de toda consideración, que obviamente realizaremos en nota aparte de este mismo suplemento, vimos a un equipo riverense dejarlo todo en la cancha.
Un equipo sin grandes figuras, sin grandes refuerzos ni extraordinarios salarios como los que paga el rival porque tiene la fortuna de seguir contando con mecenas, como los tuvo el fútbol de Rivera en un pasado ya lejano.
Era, en realidad, una pelea entre David y Goliat y, luego del resultado registrado en nuestra ciudad, todo hacía presumir que “íbamos a la guerra con un tenedor”.
Wanderers no presentó, ni por asomo, las condiciones mínimas exigidas por la Organización del Fútbol del Interior en esta instancia.
Recordemos que a Lavalleja se lo hizo trabajar muchísimo en el Parque “Alberto y Elías Bouchacourt” para que construyera una salida especial para los árbitros, sin la interferencia de los jugadores de uno y otro equipo, con vestuario totalmente separado de los equipos; una salida especial para los visitantes; una tribuna acondicionada sin la presencia de aficionados locales… y Lavalleja cumplió con todos los requisitos.
Preguntamos: ¿Por qué no se le exigió lo mismo a los equipos de Artigas a los que debió enfrentar el mismo Lavalleja? Por si no lo saben, en el “Matías González” todos salen por el mismo túnel y los vestuarios de los equipos y de los árbitros tienen un hall común donde todos se encuentran antes y después de salir.
Allí, en ese hall, al término del primer tiempo del partido del pasado fin de semana, se pudo escuchar los gritos de presión a los árbitros porque, según ellos, los estaban “robando” luego de un penal que, para ellos, no había existido.
Todos los que allí estuvimos fuimos testigos de lo sucedido y nadie podrá decirnos lo contrario y, salvo que cambien los reglamentos o los acondicionen de acuerdo a las circunstancias, hay una prohibición muy clara de la OFI respecto a todos estos temas señalados y a la situación antirreglamentaria de petardos y fuegos artificiales en la cancha.
Se trata, lisa y llanamente, de un estadio donde no hay garantías y donde estaban dados todos los argumentos que necesita un árbitro, para retirarse de la cancha e informar.
El sanducero Jacinto Rivero no lo quiso hacer porque sabía muy bien que nadie lo iba a respaldar, ni siquiera la guardia policial.
A pesar del resultado, los jugadores del conjunto decano hoy pueden mirarse a la cara porque todos dejaron todo en la cancha y vendieron muy cara la derrota. Más información en la edición impresa.