Un 4 de agosto de 1968…
Decir 4 de agosto significa mucho para el fútbol riverense. La memoria nos lleva, inmediatamente a una jornada memorable de nuestro fútbol cuando casi diez mil personas llenaron las instalaciones del viejo Estadio “Atilio Paiva Olivera”.
Para quienes vivimos aquel momento son y serán imborrables los momentos vividos, máxime para quienes, una semana antes fuimos hasta la Piedra Alta y vimos el empate entre celestes y rojiblancos.
Fue una semana vivida a gran ritmo, y recordamos cada una de las veces que fuimos hasta la casona del Parque Gran Bretaña a visitar a los celestes que allí estaban concentrados.
No faltamos a ninguno de los entrenamientos que se realizaban, todos en el estadio, pero los jugadores volvían al Parque y de allí no salían.
A Waldemar Pocholo Bentancourt no se le escapaba detalle alguno, ya había sido campeón, como director técnico, con Paysandú y Tacuarembó.
Como jugador ya había sido campeón del interior en le recodada gesta celeste del ‘46.
Unos días previos de mucha lluvia pero una espléndida jornada soleada de domingo de tarde.
El estadio que poco a poco se iba llenando hasta que ya no se podía más caminar arriba y hasta la rampa de acceso estaba repleta de gente.
Abajo había que mirar parados porque la platea estaba repleta y la gente comenzó a acercarse al alambrado y quedarse parada allí impidiendo la visión de quienes pretendieron quedar sentados en la parte baja de la tribuna.
La vieja y recordada Tribuna del Reloj se fue llenando poco a poco y hasta los escalones que conducían al viejo placar estaban llenos de aficionados.
Detrás de los arcos no había lugar para un solo auto y todos eran riverenses que cercaron el alambrado por todos lados.
Recuerdo que unos pocos floridenses quedaron en la parte alta de la tribuna principal pero que ni se los escuchaba.
Y del partido ni vamos a ampliar porque a poco del final el primer tiempo un centro elevado por Hugo Acosta encuentra a Manuel Trinidad que pretende tirar al arco y no hace otra cosa que habilitar a Alfredo Willy Sander para anotar el único gol del encuentro.
Vanos fueron los intentos de los rojos y blancos por alcanzar la victoria porque César Rodríguez Barboza, Hugo Acosta, Dionisio Prestes, Omar Eulogio Freire, y Carlos Wallace, se lo impidieron.
En el medio de la cancha brillaron Celestino Cobas y Carlos Suárez Lisboa, uno de los grandes del fútbol riverense que pocos recuerdan aunque aún hoy está entre nosotros pero no en nuestro medio.
Y adelante, en la época que se podía jugar con dos punteros bien abiertos y excelentes jugadores, Sander por la derecha y Trinidad por la izquierda.
Y en el medio del ataque, Osmar Meneses y José María Pereira, ¡qué más pedir!
Suplentes que eran titulares en cualquier equipo y que alternaron durante el trayecto que nos llevó al título, Roberto Gracés, Elio Silva, Edison Holmes dos Santos, Hugo Alvez de los Santos, Juan Carlos Santos, Julio César Ramírez, Jorge Vargas, Nelsi Cica Barreto y quienes en medio del camino se fueron a equipos de la capital o se fueron de la selección por decisión personal, Miguel Ángel Correa, Benicio Cardozo, Ruben Morales y Luis Carlos Pereira.
“¡Qué lindo haberlo vivido para poderlo contar (sin que otros te lo cuenten)!”.