Rivera, lunes 20 de enero de 2025
Suplemento “El Deportivo”:

Se viene un gran impulso al tenis de mesa; ya está en Rivera todo el material necesario

La Federación uruguaya de Tenis de Mesa impulsará esta disciplina deportiva en todo el país. Hace algunos días se firmó un convenio con la Intendencia Departamental y ya se enviaron los materiales necesarios para su puesta en funcionamiento a la brevedad.
El tenis de mesa tiene una rica historia, los principios son oscuros y no se sabe con certeza cuando se practicó por primera vez.
Podemos decir que fue en la década de 1870 cuando este deporte surgió en Inglaterra como una derivación del tenis.
Es posible que jugadores de tenis ante la adversa climatología inventaran una especie de tenis en miniatura utilizando una mesa de billar o de comedor, en un Club de Tenis, y dividiéndola en dos campos con libros o simultáneamente con una cuerda.
Como pelotas servirían algunos de los muchos modelos existentes para juegos infantiles, o incluso tapones de corcho convenientemente adaptados.
Las raquetas serían tapas de cajas de puros o bates infantiles. Indudablemente se mezcla la leyenda con la realidad. Por esta versión se inclinan Gerald Gurney y Ron Crayden, dos profundos estudiosos en la historia del Tenis de Mesa. Los estudiantes universitarios adoptaron rápidamente el entonces juego de salón en toda Inglaterra. En 1884 la firma Federación History Ayres Ltd. ya comercializaba un juego de tenis de salón en miniatura.
En julio de 1890, el industrial de Yorkshire David Forster, patentó un juego de mesa para sala, el cual consistía únicamente en una mesa rodeada con una especie de valla para mantener la pelota dentro de unos límites.
No existen evidencias de su comercialización.
En 1891, John Jaques, fabricante de artículos deportivos, patentó un juego llamado Gossima, el cual no tuvo aceptación.
En el año 1891 Charles Barter, de Gloucestershire, registró una patente con pelotas de corcho, y en fechas cercanas James Gibb, atleta famoso fundador de la AAA, improvisó un material que consistía en una red fija a dos postes y sobre una superficie de madera elevada del suelo, inventando un juego de 21 puntos y con pelotas de goma.
Gibb encontró en América pequeñas pelotas de celuloide, introduciéndolas en el juego con un éxito inmediato. James Gibb sugirió el nombre de Ping Pong a la firma John Jaques Ltd., la cual registró el nombre.
El nombre viene por el sonido de Ping que hacía la pelota de celuloide al impactar con las raquetas recubiertas en pergamino y el sonido Pong al contacto de la pelota con la mesa.
Más información en la edición impresa.

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