Rivera campeón de la serie
Sostuvimos, antes de la partida de los celestes rumbo a Tacuarembó, que bastaba con la clasificación.
Nunca se mencionó el término campeón y los jugadores fueron conscientes de los inconvenientes que iban a encontrar en el camino.
Se trata de adolescentes, de chicos, casi jóvenes, que recién abandonan la práctica del fútbol infantil y sorpresiva-mente se encuentran con la exigencia de los resultados.
La dirigencia confió en Carlos Wallace y quedó plenamente confirmado que se trata del mejor técnico que tenemos en la zona, sin duda alguna y uno de los mejores del interior.
Hubo dominio del plantel, liderazgo ejercido por la experiencia de haber es-tado en mil batallas, de las buenas, de los títulos, y de las otras.
El técnico habla de un proceso que busque cambiar la imagen del jugador de fútbol que obviamente no es la mejor.
Un jugador de fútbol en nuestro profesionalismo, y también en el amateuris-mo marrón del interior, en un porcentaje muy elevado, es alguien que no hace otra cosa, que no trabaja, que no estudia, es alguien que basa su vida en las condiciones deportivas, y nada más que eso.
Hoy Rivera quiere cambiar y comienza con estos gurises de catorce años.
Son estudiantes, saben que el fútbol es un juego que puede o no brindarles tranquilidad en el futuro pero saben que lo principal pasa por otro lado.
Saben que lo más importante es lograr ser buenos ciudadanos, buenas personas y comienzan a prepararse para ellos con el respaldo de la familia, de la casa.
Y a ello debemos agregar que, unido a ello, los chicos ganan, es lo mejor.
Y le ganan jugando gran parte del partido con diez al actual campeón del interior, y le ganan al locatario con toda la parcialidad a su favor y luego lo confirman ante Tranqueras.
¡Qué más pedir! Solamente una cosa, que sigan trabajando como hasta ahora con humildad, con contracción al trabajo y que todo lo hecho hasta ahora sirva como un buen cimiento para el fútbol riverense del futuro.